Francia tomó el año pasado la delantera en dar la voz de alarma sobre las consecuencias de la doble crisis que estaba acorralando a la prensa francesa y en ofrecer un compromiso institucional para sus supervivencia. La difusión total en el país, la tercera en importancia en Europa tras Alemania y el Reino Unido, mantiene un descenso sostenido que en la última década ha supuesto la pérdida de un millón de lectores. El advenimiento de la crisis puso en la picota a medios de la trascendencia de Le Monde, que ya en el 2008 aplicó una dura reestructuración. Libération, otro rotativo de referencia, tuvo que volver a una dura reducción de gastos en enero para garantizar su supervivencia. Las dificultades de la prensa preocupan a los franceses que, sin embargo, siguen derivando hacia los contenidos en Internet y consumiendo la prensa gratuita, en cuyo estallido se halla también parte del problema.
El plan aplicado por Sarkozy, que supone una inversión de 200 millones de euros anuales durante tres años, ha frenado levemente la velocidad de la caída, ya que los medios franceses se han visto igualmente afectados por el acelerado descenso de la inversión publicitaria. En ese sentido, la prensa regional sortea la crisis con menos estridencias.