Llamado «el faraón niño» falleció a los 19 años en el 1324 A.C.
17 feb 2010 . Actualizado a las 10:17 h.El faraón Tutankamón murió debido a la malaria y también sufría trastornos óseos, según el análisis genético de su momia, reveló un estudio divulgado hoy por la revista Journal of the American Medical Association.
La publicación afirma que el grupo internacional de científicos que realizó el estudio, «esta es la prueba genética de malaria más antigua» que exista en momias que tienen una data precisa.
Tutankamón, llamado «el faraón niño» murió a los 19 años en el 1324 A.C.
Los científicos del Consejo Supremo de Antigüedades de El Cairo y y antropólogos alemanes e italianos indicaron que su estudio realizado en otras 11 momias reveló la presencia del parásito Plasmodium falciparum, el vector de la enfermedad que se manifiesta especialmente en zonas tropicales.
Según los científicos, la aplicación de técnicas avanzadas, radiológicas y genéticas, a las momias egipcias marca un nuevo paso en la búsqueda de nuevos conocimientos históricos a través de la ciencia.
En su estudio los científicos indicaron que el examen genético de la momia del faraón no puso en evidencia la teoría de que su muerte se hubiera debido a la acción de terceros.
Exámenes anteriores de los restos momificados del faraón habían revelado una fractura en una pierna, la cual habría sido precipitada por problemas óseos, señalaron.
«La legión de admiradores de Tutankamón deberá reconsiderar las diversas teorías» que existían ahora sobre su muerte, señaló en un editorial Howard Markel, del Centro de Historia de la Medicina de la Universidad de Michigan, quien no participó en el estudio.
Markel también elogió los resultados de la nueva investigación que se llevó a cabo con «acceso ilimitado a las momias».
Los restos momificados de Tutankamón fueron descubiertos en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter en el Valle de los Faraones.
Según los investigadores, además de las evidencias genéticas de malaria, los científicos descubrieron que Tutankamón sufría una enfermedad ósea llamada mal de Kohler, la cual no habría sido la causa directa de su muerte.
También sufría de un problema de irrigación sanguínea que alteró la estructura de su pie izquierdo y probablemente explica la presencia de bastones junto a la tumba, según los científicos.