«Es curioso, Tutankamón no se vengó de los que más lo molestaron»

Alejandro Posilio

SOCIEDAD

Este experto asegura que se ha demostrado que la famosa maldición que acechaba a los que tuvieron que ver con el descubrimiento de la tumba del faraón no existe

04 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Este madrileño de 42 años, doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense, lleva seis años excavando en las tumbas de Djehuty y Hery, en Dra Abu el-Naga, (Luxor, Egipto), donde han encontrado cuatro momias, lo que lo ha convertido en uno de los egiptólogos más prestigiosos de este país. Para contar su experiencia, acaba de publicar Momias, la derrota de la muerte en el Antiguo Egipcio (Crítica).

-¿Dónde y cuándo se empezó a momificar?

-Las primeras momias datan del 8.000 antes de Cristo, y son parte de la cultura Chinchorro, en Chile. No se sabe exactamente por qué lo hicieron, aunque se cree que para conservar a los seres queridos. Al dejarlas en un sitio fijo, siendo de una cultura seminómada, pretendían conservar una especie de alma en el lugar donde la enterraban.

-Pero la momia se asocia a Egipto...

-Allí lo hicieron más tarde y por motivos diferentes. Comenzaron a momificar porque, cuando empezaron a enterrar a sus muertos en ataúdes, en vez de en la arena del desierto, los cuerpos se descomponían antes. Para evitarlo, inventaron la momificación. Pero hace pocos años se ha descubierto que hay enterramientos en la arena con cadáveres que tenían partes vendadas. De modo que la momificación en Egipto empezó por motivos ideológicos, aunque todavía no sabemos muy bien el porqué.

-¿Por qué fascinan?

-Cuando uno mira una momia, se da cuenta de que es una persona. Y cuando uno ve el rostro de una persona que vivió hace miles de años, pues fascina. Y en el caso de la momia de un faraón, no solo sabemos quién es, sino también parte de lo que hizo. Esto resulta seductor.

-¿Hoy es posible comprar una momia en Egipto?

-Está completamente prohibido el tráfico de antigüedades, y las momias son un documento histórico, como puede serlo un relieve. Pero ha habido tantas momias egipcias que han salido del país clandestinamente, y legalmente, que casi todos los museos del mundo dedicados a la arqueología tienen una o dos momias. También hay particulares que tienen alguna legal, y a veces llegan al mercado.

-¿Pero sigue produciéndose tráfico ilegal de momias?

-Seguramente lo hay, porque el saqueo de tumbas ha sido una costumbre casi tan antigua como los enterramientos. Como era mucha la riqueza que se enterraba con el cuerpo, se sabía e intentaban llevársela.

-¿Keops, Kefrén y Micerinos albergaron momias?

-Es más llamativo pensar que las pirámides servían para cosas peregrinas que no para enterrar. En estas tres no se han encontrado las momias de los faraones que alojaban, porque fueron saqueadas hace miles de años. Sin embargo, hay una pequeña pirámide en Abusir, en la que en 1998 se encontraron los restos de la momia del faraón Neferefre, de la quinta dinastía. Esto desbarata por completo la teoría de que no había momias en el interior de las pirámides.

-¿Qué se acaba de descubrir sobre Tutankamón?

-Tutankamón fue el primer faraón del Reino Nuevo del que realmente sabemos que fue faraón, pues su tumba estaba prácticamente intacta. La importancia de su muestra de ADN es que tenemos, por fin, un punto de partida para reconstruir la genealogía de los faraones del Reino Nuevo. Se ha confirmado que es hijo de Akenatón, llamado el faraón hereje. A partir de ahora, podemos ir hacia atrás o hacia delante e identificarlos.

-¿Está claro que la maldición de Tutankamón no existe?

-Sí. La prueba más clara es que hace unos años se hizo un estudio epidemiológico de las personas supuestamente fallecidas a causa de la maldición y de los que no murieron por esa misma causa. Y el resultado fue que perecieron aproximadamente en los mismos años después de construida la tumba.

-Entonces, ¿por qué surgió?

-Por varios motivos. Uno fue que su descubridor, Howard Carter, y su mecenas, lord Carnavon, habían llegado a un acuerdo con The Times para contarlo. Y como el descubrimiento era importantísimo, el resto de los periodistas tuvieron que buscarse algo qué contar. Y surgió la posibilidad de contar algo misterioso, mágico, que añadía intriga al relato. Y con el fallecimiento repentino de Lord Carnavon, la cosa fue creciendo. Se han contado muchas cosas falsas, pero resulta curioso que ese faraón no se haya vengado de las dos personas que más lo molestaron en su tumba: Carter y su hija, que murieron de viejos.