Los dermatólogos desprecian la efectividad de la mayoría de los productos contra la caída del cabello y advierten de que solo existen dos fármacos que funcionan
10 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.«Afortunadamente, la gente se ha ido dando cuenta de que el médico del pelo es el dermatólogo y no el farmacéutico o el peluquero», expone Hugo Vázquez Veiga, dermatólogo del Hospital Universitario de Santiago. Pese a que la experiencia de estos especialistas en Galicia refleja un aumento de las consultas por alopecia, lo cierto es que la evolución del mercado ha saturado las estanterías de los comercios de productos que se promocionan como efectivos contra la caída del cabello. «Mire, yo estoy hablando de medicina, sobre el resto no merece la pena pronunciarse», responde el jefe del servicio de dermatología del Hospital A Coruña, Eduardo Fonseca, cuestionado sobre la eficacia de todos estos productos.
Hay un consenso generalizado en la profesión médica sobre los tratamientos adecuados para combatir la calvicie más común: la androgenética. «Existe un tratamiento tópico, el minoxidil y otro oral, el finasteride. Son dos medicamentos aprobados y que han demostrado su eficacia tras un largo proceso. El resto es cosmética» señala el doctor Vázquez. Y la hay de todas las marcas y precios variados, aunque la mayoría, curiosamente, superan el coste de los tratamientos que indicaría un dermatólogo.
70% de efectividad
El finasteride, un compuesto investigado para la inflamación de la próstata y que se mostró eficaz en la regeneración del cabello, tiene un coste que ronda los cincuenta euros al mes; el minoxidil, no llega a los 50. Ninguno de los dos está cubierto por la Seguridad Social, aunque el finasteride sí se prescribe y recibe cobertura pública para enfermos de próstata. La eficacia de estos fármacos ronda el 70% en la contención de la caída. Mucho más de lo que pueden aportar los eslóganes que acompañan a toda esta producción cosmética y cuyos tratamientos rara vez bajan de los 40 euros.
Pese a que los médicos niegan que el otoño tenga que ver con una mayor intensidad en la caída del cabello, lo cierto es que se trata de un momento álgido en la temporada: «Se nota mucho -explica una farmacéutica de Cambre- en esta época del año. Es cuando más se pregunta y más se vende».
-¿Y diría que estos productos son efectivos?
La farmacéutica se encoge de hombros. Eso sí, admite que no vendería sin receta a ningún cliente cualquiera de los dos fármacos que los dermatólogos prescriben contra la alopecia.
Farmacias, droguerías y perfumerías son los establecimientos donde se concentra la venta de productos anticaída, incluso los que prometen la regeneración del pelo. La mayor parte de las firmas más importantes de cosmética presentan una variada panoplia salpicada de componentes exóticos, que van de la quinina a la cafeína, pasando por todo tipo de frutas, especialmente en los champús que tienen, obviamente, un recargo en el precio. ¿Cómo es posible que con una eficacia tan discutible sobreviva un negocio tan extenso? «Hay alopecias que se corrigen ellas solas -aclara el doctor Fonseca-. Algunas provocadas por el estrés o, en mujeres, tras el parto. Supongo que algunos productos milagro están basados en casos de ese tipo».
Los dermatólogos consultados confirman que actualmente la medicina está en disposición de garantizar que un individuo sometido a la alopecia androgenética, aquella que responde a patrones familiares, puede conservar el pelo mucho más tiempo del que lo conservó su padre. Con todo, la caída del cabello puede provenir de múltiples causas y ser un síntoma de una patología más grave: «Por eso, lo primero que hay que hacer es un diagnóstico para averiguar las causas y luego se aplica el tratamiento», apunta el dermatólogo del hospital coruñés. La sanidad pública acude incluso a la cirugía para abordar algunos casos específicos, como cicatrices provocadas por traumatismos.