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La joven afgana Bibi Aisha vuelve a tener perfil

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN/LA VOZ.

SOCIEDAD

Una chica de 19 años se sobrepone a la violencia machista

15 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El pasado agosto su rostro dio la vuelta al mundo de la mano de la revista Time. Se trata de Bibi Aisha, una chica de 19 años cuyo marido le cortó la nariz y las orejas por haberse escapado de su casa, donde era una esclava. Ahora, Bibi se presenta al público de Los Ángeles luciendo una apariencia muy natural, ya que le han colocado una prótesis como paso previo al tratamiento reconstructivo que la Fundación Grossman Burn le paga en California.

La historia de Bibi Aisha es relativamente común en Afganistán. Su padre la ofreció a ella y a su hermana bebé para pagar una deuda de sangre, ya que el tío de las niñas había matado a un hombre. Bibi fue entregada en Uruzgan a la familia de su nuevo esposo, un talibán que estaba huido. En casa de sus suegros quedaron las dos niñas, ejerciendo de esclavas de sus diez cuñado, de los que recibían golpes e insultos y quienes les hacían dormir en el establo.

Desesperada por lo que le ocurría, Bibi decidió huir al sur del país, a Kandahar, con la ayuda de dos vecinas que, realmente, querían venderla. Una patrulla policial las descubrió y al final pasó cinco meses en la cárcel hasta que su marido dio con ella. Como en Afganistán funcionan los tribunales talibanes, ella fue condenada a recibir un castigo de su marido, que le cortó la nariz y las orejas en pleno desierto, donde la dejó a su suerte.

No se sabe muy bien cómo Bibi salió de ese aprieto: unos dicen que se arrastró a casa de su abuelo y otros que la encontraron, casi por casualidad, voluntarios de una oenegé americana. Lo cierto es que fue enviada al refugio de Woman for Afgan Woman (WAW), donde estuvo diez meses.

Poco a poco y con ayuda de un psicólogo Aisha volvió a hablar y a veces incluso sonreír, hasta que recibió la noticia de que iba a ser operada en Los Ángeles por medio de una fundación que sufragaba los gastos.

Ahora le queda esperar la cirugía definitiva y, sobre todo, conseguir liberar a su hermana, que, con diez años, sigue en casa de la familia del marido, seguramente pagando por lo que hizo su tío y también la joven Bibi Aisha.