Una médica gallega, en el equipo que diagnosticó el primer caso de la enfermedad en España

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO/LA VOZ.

SOCIEDAD

02 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando lo descubrieron, el sida todavía no se llamaba sida. Comenzó a aparecer entre hombres homosexuales de Estados Unidos en los que se observaba un cáncer de piel llamado sarcoma de Kaposi unido a otras enfermedades infecciosas oportunistas. Corría el año 1981 y la comunidad médica internacional estaba perpleja.

En el mes de octubre, un hombre de 35 años llegó al hospital Vall d'Hebron, en Cataluña. Tenía fiebre, dolores de cabeza y los típicos síntomas del sarcoma de Kaposi. Desde hacía seis meses, padecía anorexia. También había cursado la gonorrea. Era homosexual. En el hospital le detectaron una toxoplasmosis, una infección causada por un parásito. Nunca antes en el mundo se habían encontrado granulomas causados por esta infección en un paciente con Kaposi. Presentaba también una hemiparesia izquierda; es decir, sufría una parálisis de medio cuerpo.

Parecía una metástasis cerebral causada por el cáncer de piel. En el hospital catalán operaron al paciente, que al final «se murió a los cuatro días». Quien lo explica es la jefa del servicio de anatomía patológica del Hospital Meixoeiro, Carmen Navarro. La médica (madrileña de nacimiento, pero afincada en Vigo) formaba parte de aquel equipo que tuvo en sus manos el primer caso de sida de España.

Pero no podían saberlo. Solo después de que Navarro analizara el caso en el microscopio electrónico, llegaría a la conclusión de que aquello que habían tratado como metástasis era en realidad una toxoplasmosis; es decir, una infección.

«Tratable»

«Hubiera sido tratable», dice hoy la doctora, a la luz de los años, consciente de que entonces era imposible saberlo. El sida era una enfermedad tan desconocida que por entonces ni siquiera tenía nombre. «Era necesario un buen estudio histopatológico», aclara. Y no se podía. De hecho, como no había resonancias magnéticas, tuvieron que analizar el caso con un simple tac, mucho menos preciso. «Habría hecho falta un diagnóstico precoz», concluye la médica del hospital vigués.

Pero lo poco que conocían eran los síntomas, que estaba inmunodeprimido y que había tenido varias parejas sexuales en 1974 en Nueva York y en 1980 en Turquía. Así que los médicos internistas del Vall d'Hebron poco pudieron hacer. Algo sí: su caso fue conocido. Lo publicaron en la revista especializada The Lancet, una de las más prestigiosas del mundo en asuntos médicos. En el breve artículo de marzo de 1982 no mencionaban la palabra sida ni una sola vez. Esa denominación se crearía en algún momento de ese año. Y la revista The Lancet se hacía eco de más casos de infecciones múltiples de las llamadas oportunistas ligadas a sarcomas de Kaposi, siempre en varones homosexuales.

Premio de investigación

La abultada labor investigadora que ha desarrollado desde entonces acaba de valerle a la doctora Carmen Navarro Fernández-Balbuena el premio María Josefa Wonenburger, que otorga la Xunta de Galicia y que alcanza su cuarta edición. Además de dirigir la anatomía patológica del Meixoeiro, Navarro está al frente del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Vigo, creado por el Sergas. Ha centrado buena parte de su labor en estudiar las enfermedades raras y neuromusculares.