Seducir por el olfato es una técnica a la que se apuntan cada vez más establecimientos para aumentar sus ingresos activando los sentidos.
07 ene 2012 . Actualizado a las 11:58 h.Recordamos más de 100.000 aromas pero solo diferenciamos 100 colores. Olores intensos, cálidos o relajantes impregnan las tiendas en estos días de compras para potenciar, o enmascarar a veces, el ambiente de los establecimientos de forma artificial. Muchas empresas han encontrado en el olfato una vía de entrada para aumentar sus ventas y buscan en el olor el reconocimiento de sus productos a través de los sentidos.
Un horno suele ser la puerta de entrada de muchos supermercados, y no por casualidad. El olor a pan recién hecho abre el apetito y está comprobado que la lista de la compra aumenta cuando tenemos el estómago vacío. Pero para incentivar el consumo, más allá de los olores naturales, la novedad viene de la mano de empresas especializadas que se dedican a la creación de aromas corporativos. Los sectores en los que se aplican son muchos y muy diversos:
La entrada en vigor de la ley antitabaco sacó el humo de locales y discotecas pero recuperó olores no muy agradables, por lo que cada vez más se están empezando a reclamar este tipo de servicios para estos negocios. En el sector de la hostelería, mientras que muchos restaurantes buscan enmascarar olores con fragancias agradables, hay otros que los potencian hasta la excentricidad. «Lleve el aroma de la seducción con un punto de carne a la parrilla», es el eslogan que utilizó Burger King para anunciar una fragancia dirigida al público masculino estadounidense. Un estudio realizado por McDonalds sentenció que el 40% de sus clientes asociaban sus establecimientos con el olor a aceite usado. Pero este aroma les hacía la boca agua al restante 60%, para quienes resultaba agradable.
El sector textil es otro de los que se apuntan a definir un olor de marca. La vainilla o el algodón son aromas reconocibles en muchas tiendas de ropa, mientras que el olor a cuero transmite calidad en zapaterías, el chicle de fresa es la fragancia de muchos establecimientos de ropa infantil. Conocido es el aroma de tiendas de Inditex creadas en exclusiva para cada una de sus firmas, y precisamente el perfume corporativo de la marca Abercrombie & Fitch es una de sus principales señas de identidad. En San Francisco llegó incluso a haber manifestaciones que denunciaban que el particular aroma contenía elementos tóxicos.
La tecnología tampoco es ajena al olor. La experiencia sensorial es uno de los factores que han contribuido al éxito de la marca Apple. Las pantallas táctiles han sido la principal novedad de muchos de sus dispositivos, mientras que un particular aroma hecho a medida impregna el embalaje de sus productos que los identifica y diferencia.
El olor a café o a bizcocho recién hecho son valores añadidos a la hora de vender o alquilar un piso. Hacen que el cliente se sienta como en su nuevo hogar. La magdalena de Proust es uno de los ejemplos que mejor ilustran la capacidad emocional de los sentidos. El novelista francés describe en En busca del tiempo perdido los recuerdos que le despierta la sensación de mojar una magdalena en té. Recuperar esa memoria involuntaria es una gran baza para las marcas sobre todo si tenemos en cuenta que recordamos el 1% de lo que tocamos, el 2 % de lo que oimos, el 5% de lo que vemos, el 15 % de lo que degustamos y el 35 % de lo que olemos. Así, todos estos aromas crean olores de marca; hacen que el consumidor se sienta cómodo, y en definitiva se anime a comprar.