La cantante británica murió en julio del 2011 a consecuencia de un como etílico
22 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Tal día como el de mañana, pero de hace un año, el salón maldito de la fama del rock abría sus puertas a un nuevo miembro ilustre. Fiel a una trayectoria que parecía apuntar desde tiempo atrás a un fatal e inevitable desenlace, el 23 de julio del 2011 Amy Winehouse perdía la vida a consecuencia de un coma etílico, y a la misma edad que otras estrellas como Kurt Cobain, Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Brian Jones. Con su entrada en el macabro club de los 27 arrancaba un mito que no ha dejado de crecer.
Avivado en un primer momento por el previsible regreso de sus discos a las listas de éxitos y alimentado después por los esfuerzos de su padre por mantener vivo el recuerdo de su hija y el consiguiente negocio familiar, el legado de la diva del soul permanece intacto a día de hoy.
Un oportuno disco póstumo, publicado a finales del año pasado, la volvió a catapultar a lo más alto de las listas de éxitos, y su recuerdo sigue presente también en las redes sociales a través de las cuentas de Facebook y Twitter que hábilmente gestiona la Amy Winehouse Foundation, creada por Mitch Winehouse y a través de la que el progenitor ha publicado el libro Amy, mi hija.
El gran público tampoco se ha olvidado del famoso «no, no, no» de su tema Rehab, aunque el recuerdo no siempre se deba a motivos demasiado acordes con la imagen y la trayectoria de la inconformista artista. Previsiblemente, la venta de seguros de automóvil no estaba entre las prioridades de una cantante cuyo mito se sostiene de forma desigual sobre su exiguo, pero exitoso legado musical, y sobre los negocios y las ocurrencias de su padre. Una de las últimas, recurrir a espiritistas para tratar de contactar con ella en el más allá.