Empezó a navegar joven en vela ligera y hasta 1985 trabajó en mercantes. Marino de profesión, el coruñés Miguel Fernández Montero, capitán del Juan de Lángara, permanece desde aquel año en tierra. «Me encanta el mar, es vocacional, así que lleno esa parte de esta manera», explica al timón, detallando que la goleta fue comprada en 1999 por la asociación que le da nombre tras varios años alquilando embarcaciones para poder participar en la Cutty Sark.
-¿Se mantiene el interés de los jóvenes por la navegación?
-Quizás en los primeros tiempos era más sencillo. Siguen llegando jóvenes que quieren aprender a navegar, pero falta relevo generacional para seguir con esto.
-¿Qué supone para ellos la regata?
-Nunca la olvidan. Es irrepetible. Es más que navegar, conviven.
-¿Qué les cuesta más?
-Además de la forma de vida en el barco, hay momentos duros. La meteorología es un condicionante, y si hace mal tiempo, hay que navegar igual. Aunque la Tall Ships Races suele ser en verano, transcurre en las sucesivas ediciones por puntos distintos (desde Suecia hasta África) y nos encontramos de todo.
-¿Ha probado la Biodramina?
-Nunca la he probado. Tenía claro que si quería dedicarme a esto no podía depender de ella...
-Pero se mareará alguna vez...
-Claro, pero tú no te vas a enterar [ríe]. Todo el mundo se marea alguna vez, lo digan o no.