Alfredo Di Stéfano hace repicar de nuevo campanas de boda, pero no todos le acompañan en el júbilo. De su último amor le separan 50 años. Y cinco hijos que han recurrido a la justicia para pedir su incapacidad
12 may 2013 . Actualizado a las 13:54 h.A sus 86 años, tras someterse a un cuádruple baipás, Alfredo Di Stéfano vuelve a disparar como el que fue. La Saeta Rubia, que debutó con el River Plate en julio del 45, se resiste a perder pegada en el amor. «Tengo el corazón joven», declaró hace unos días el bonaerense de Barracas al revelar sus planes de boda con Gina González, experiodista, secretaria y representante del presidente de honor del Real Madrid. Aunque hay un dicho que advierte que el hombre tiene la edad de la mujer a la que ama, 50 años contables se interponen entre Di Stéfano y la que califican de su «chica para todo». Medio siglo más fácil de sortear que la voluntad de los cinco herederos del exfutbolista, que niegan que deseen incomunicar a su padre, pero se han hecho con el balón pidiendo al juzgado una declaración de incapacidad. «Ante el deterioro evidente de las facultades físicas e intelectivas que se viene observando en nuestro padre -dicen-, sus cinco hijos, previo diagnóstico médico, tomamos la decisión de solicitar ante los juzgados competentes, y en su exclusivo interés, su declaración de incapacidad». ¿Pero el que un anciano sufra un deterioro de sus cualidades da derecho a restarle libertad? Así fue en el caso de la dueña del imperio L'Oréal, Liliane Bettencourt, a quien el juez le asignó un tutor tras concluirse que padecía alzhéimer.
«Siempre se debe respetar la autonomía del mayor si este ha tenido un envejecimiento saludable -afirma el geriatra Marcelino Mosquera, profesor-tutor de la UNED Sénior en A Coruña-. Si el deterioro ha sido marcado, hace falta una valoración. ¿Si no hubiera dinero por medio se molestarían los hijos en pedir una incapacidad? Esa sería la pregunta. También puede existir maltrato por abuso económico, por un mal uso de los ingresos o recursos de una persona anciana para ganancia económica o personal del cuidador».
-Las imágenes en que Gina González empuja la silla de ruedas de Di Stéfano son reveladoras.
-Revelan que la mujer asume un rol de cuidadora, un papel que no necesariamente cumplen los hijos.
-Dicen que el amor no tiene edad, pero ellos las prefieren jóvenes...
-Viejo rabo verde es una expresión que se usa con frecuencia y se debe a que el hombre, sea o no capaz físicamente, busca una relación con parejas más jóvenes. Él tiene una ventaja sobre la mujer: los cambios hormonales son más lentos y no hay variación cíclica tan marcada. Por eso es capaz de sentir deseo ante el estímulo adecuado: verbal, visual, táctil o psicológico. Si el estímulo es poderoso, la erección aparece y el hombre, sin importar la edad, está listo para una relación coital.
-¿Pueden ser satisfactorias las relaciones entre personas con una marcada diferencia de edad?
-La capacidad de amar y ser amado son las dos condiciones básicas de la calidad de vida del adulto mayor. El sexo se considera una prerrogativa de los jóvenes, algo que se pasa por alto en las personas maduras y se ve anormal en los ancianos. En muchos casos, estos pierden el amor romántico por ser centro del ridículo. Pero la vejez no impide el disfrute. El comportamiento sexual perdura toda la vida. La sexualidad es más que el coito: es cariño, compresión, caricias, roces, gestos y pensamientos. La causa más frecuente de la pérdida de sexualidad en el anciano es la falta de pareja.
-¿Qué criterios permiten concluir que una persona es incapaz?
-La solicitud de incapacidad puede pedirse al juez; él es quien decide. Para ello es necesaria una valoración, que lleva a cabo un equipo multidisciplinar integrado por diversos profesionales (un geriatra, un psicólogo o un psiquiatra...). Este grupo evalúa con pruebas psicométricas, entre otras, el estado físico y cognitivo de la persona.
-¿Qué problemas conlleva la edad que dificultan una vida sexual plena?
-En la mujer el déficit de estrógenos causa atrofia genital y disminución de la lubricación vaginal. En el hombre, uno de los problemas suele ser la disfunción eréctil. También están los trastornos psicopatológicos, como la depresión o la ansiedad. Todos tienen soluciones adaptadas a cada individuo si este se pone en manos de su médico.