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Hacia un banco de tejidos universales

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

<span lang= es-es >Proceso</span>. Se quita el núcleo de un óvulo y se pone el de una célula adulta. Se le «despierta» y divide hasta ser como un blastocito. De ahí se sacan las células madre.
Proceso. Se quita el núcleo de un óvulo y se pone el de una célula adulta. Se le «despierta» y divide hasta ser como un blastocito. De ahí se sacan las células madre.

El anuncio de la clonación abre la puerta a la reconstrucción de órganos sin rechazo

17 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El logro de los investigadores de la Universidad de Oregón al clonar una célula humana adulta y convertirla en una pluripotencial acerca el hito que todavía se considera de ciencia-ficción: la creación de un gigantesco banco de tejidos.

El funcionamiento de ese depósito sería sencillo: a una persona le falla un órgano; los médicos recurren al banco para encontrar células del órgano que se necesita y que sean histocompatibles con el paciente; se le inyectan y el tejido es regenerado, está sano. Nada de trasplantes, nada de rechazo.

Ese es el sueño, porque para llegar a él faltan años y muchos esfuerzos. Pero sobre el papel, Fernando Domínguez, codirector de la Fundación Galega de Xenómica, considera que esa es la gran aportación de la investigación publicada en Cell: «La reconstrucción de órganos o la sustitución avanza, pero se enfrenta siempre a la escasez, que irá cada vez a más».

No se trata de que uno se haga el órgano que necesite a la medida, porque eso sería inviable. Manuel Collado, especialista en células madre del CHUS santiagués, lo explica: «Para crear un órgano de una persona concreta haría falta disponer en ese momento de un óvulo y comenzar las pruebas, no solo cambiar su núcleo por el de la persona interesada, sino analizar las células resultantes para ver que eran seguras. Es inabordable por el dinero que costaría pero también por el tiempo, porque cuando se necesita un órgano hay cierta urgencia». En un banco en cambio se podría disponer de, por ejemplo, doce tipos diferentes de células de corazón para atender las incompatibilidades más habituales, que marcan el éxito de un trasplante. «Es lo que le dice al cuerpo si esa célula es o no mía», ejemplifica Collado.

¿Esto quiere decir que se podrán cambiar los órganos hasta alargar la vida eternamente? «Llevado al campo de la ciencia-ficción -especula Collado- sí podría ser, pero también habría que plantearse una cosa, y es que si renovamos las células del cerebro, que son las que nos hacen una persona concreta, dejamos de ser nosotros mismos, ¿no?». Más prosaico es Domínguez Puente: «Si lo que buscamos es vivir hasta los 120 años, es mejor prevenir. Es decir, cuidarse, hacer una vida sana y tener buenos hábitos. La reconstrucción de órganos valdrá cuando ya se ha producido un proceso que no se pudo prevenir».

Domínguez cree, y en eso comparte la idea con Collado, que el banco de tejidos podría ser una pieza más del mosaico que es (y debería ser en el futuro) la medicina. Por una parte estarían esas células clonadas de individuos adultos; por otra, bancos de células IPS, es decir, células reprogramadas para ser pluripotenciales; además, habría órganos artificiales, como las tráqueas o las caderas que ahora ya se están implantando. Es decir, una gran variedad de opciones para adaptarse a las circunstancias del paciente.

La última gran cuestión es el problema ético que conlleva la técnica de la clonación. Para un grupo de científicos, como Collado, no hay implicación ninguna porque se habla de una célula adulta y un óvulo, no hay un ser vivo nuevo; otros, como Domínguez, temen que la condición de blastocito -preembrión- a la que se lleva a esa nueva célula clonada impulse a los grupos más conservadores a protestar.