La presencia de curiosos en la plaza del Obradoiro para ver a su Alteza Imperial era más bien escasa, algo a lo que contribuyó tanto el férreo y desproporcionado dispositivo de seguridad existente, con más de media plaza cerrada, como la hora de la llegada.
El almuerzo se celebró en el Hostal de los Reyes Católicos. Además de las autoridades, cuatro ciudadanos nipones que viven en Galicia (un empresario, una música de la Real Filharmonía, el representante de una empresa y una profesora de japonés) fueron invitados a compartir mantel con el visitante, que ensalzó el paisaje y el espíritu que comparten los caminos de peregrinación de Santiago y Kumano, aunque sus raíces sean bien diferentes.
El menú se compuso de ensalada de bogavante sobre tartar de mariscos; lomo de merluza de Celeiro, compota de patata y verduras; solomillo de ternera gallega con jugo de trufa, tomates secos y hongos, y tarta de Santiago y helado de queso de Cebreiro con salsa de nuez. Todo regado con blanco de Rías Baixas y tinto de Ribeira Sacra.
Por la tarde, Naruhito asistió en la catedral a un concierto de la pianista Mine Kawakami y de Carlos Núñez y vio volar el botafumeiro. El príncipe japonés abandonó Compostela convencido de que, tal como dijo al finalizar el almuerzo, los caminos de Santiago y Kumano pueden aprender mucho el uno del otro».