Latinoamérica estudiará legalizar las drogas si Uruguay tiene éxitodiego pellicer inc.

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Expresidentes como Fox o Cardoso están favor de un cambio de política

12 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«El paradigma prohibicionista y punitivo [...] no ha reducido el consumo y sí ha provocado otros efectos sociales que resultan peores al problema que se pretendía resolver». La frase es nada menos que de Vicente Fox, expresidente de México y uno de los defensores de la legalización de las drogas. El expremier no es el único que piensa así, y políticos y organizaciones de México, Guatemala, Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador, Brasil y Chile -y a nivel regional en Estados Unidos- miran con lupa el experimento uruguayo de legalizar y controlar la plantación, comercialización y consumo de marihuana para, si tiene éxito, pensar en aplicarlo a sus territorios.

A estos se suma la Organización de Estados Americanos (OEA), que este mismo verano abogaba por abrir vías de diálogo en relación con las políticas antidroga en el continente. Y hasta Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, para quien legalizar las drogas blandas podría ser un puntal para solucionar un problema que, sin duda, tiene otros componentes.

Violación de los tratados

Curiosamente, muchos de los que apoyan esta premisa de la legalización son exmandatarios que durante sus años de responsabilidad no quisieron -o pudieron- hacer nada al respecto. Es más, mientras Annan es partidario de estudiar alternativas a la criminalización de las drogas, ayer mismo la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (FIJE), un ente semijudicial que pertenece a la ONU y que representa la lucha de los estados contra la droga, recalcó que «con la legislación sobre el cannabis aprobada por el Congreso Uruguay está violando las convenciones de control de drogas».

Los que ven con buenos ojos legalizar las drogas blandas arguyen que se evitarían miles de arrestos al año y que los Estados recaudarían cientos de millones de euros, además de cortar una fuente de financiación para grupos ilegales y armados. Los que se oponen y prefieren mantener la situación como está, dicen que los experimentos aperturistas no han tenido éxito -Holanda, por ejemplo, ha limitado el consumo en ciertos cafés a ciudadanos locales para evitar el narcoturismo-, que un país no debe lucrarse con las adicciones de su población y que la violencia seguiría igual porque tiene otras raíces.

La complejidad de la medida se ejemplifica en Venezuela: ayer, el canciller Elías Jaua se mostró esperanzado con la decisión uruguaya -«vamos a evaluar el desarrollo de la aplicación de esta nueva legislación audaz e innovadora», comentó -, mientras hace un año el entonces ministro de Interior, Tareck El Aissami, comentó que la iniciativa era una «trampa» y que para combatir la criminalidad ligada a las drogas se debe «invertir en la prevención».

En el estado de Washington (EE. UU.) nació esta marca para vender marihuana para uso recreativo como uno se toma un cognac. Creada por el exdirectivo de Microsoft Jamen Shively, el nombre es un homenaje a su bisabuelo, un español que fue gobernador de la isla de Cebú (Filipinas) entre 1890 y 1898, y que fue el principal productor de cannabis sativa, la planta del cáñamo.