En los cincuenta años desde que fue asesinado han aparecido decenas de mujeres que aseguraban haberlo hecho. Otras guardan silencio. Pero poco a poco se va conociendo la verdad. Hace unas semanas una subasta de cartas demostraba que efectivamente, JFK mantuvo relaciones con tres becarias de la Casa Blanca
13 ene 2014 . Actualizado a las 10:58 h.La lista se ha ido rellenando de nombres a lo largo de los años. Los de las tres becarias, o más estrictamente, una becaria y dos administrativas que estaban comenzando a trabajar en la sede de la presidencia estadounidense en la época de Kennedy son solo tres más. Porque la relación parece interminable y no sería raro que aún creciera más, aunque las protagonistas que siguen vivas tienen ya unos años.
Pero todo lo referente a la intensa vida sexual de JFK tiene proporciones enormes. Bueno, todo no. «Los mejores veinte segundos de mi vida», así describió la inteligente e irónica actriz Angie Dickinson la relación que mantuvo con el presidente estadounidense. Esas palabras que al parecer describían la forma de practicar el sexo de Kennedy han sido repetidas por amigos que las oyeron porque a pesar de todos los rumores, la actriz nunca ha confirmado dicha relación. Aunque a la pregunta en una entrevista sobre si había tenido una aventura con JFK, la Dickinson contestó: «No voy a hablar de eso, no sería apropiado». Lo que sin duda parece una confirmación, al menos por omisión.
Así que teniendo eso en cuenta, la actriz le ha legado a la historia una precisa definición de cómo se relacionaba JFK con sus amantes: «Veinte segundos». Algo que otras de las mujeres que pasaron por la cama de Kennedy han confirmado. El presidente más atractivo y mujeriego de Estados Unidos era un eyaculador precoz. O más bien un hombre que no pensaba en absoluto en su compañera sexual sino solo en su propia satisfacción que, a la vista de las declaraciones, requería poco tiempo.
Una anotación hecha por un agente de los servicios secretos en un baile celebrado en la Casa Blanca el 8 de marzo de 1963 confirma que Kennedy no necesitaba demasiados minutos para los encuentros: «A la 1.30 el presidente pasó dieciocho minutos con una invitada en la zona de la piscina y a las 2.40 volvió allí con otra invitada con la que pasó doce minutos».
Sin remordimientos
Todo se conjugó en su vida para que la lista de sus amantes fuera larga. Era el hombre más poderoso del mundo, era atractivo, no encontraba ningún problema moral en engañar a su mujer y además le gustaban las mujeres y el sexo, esto último parece que acrecentado por la medicación que tomaba. Según se reveló años después de su muerte, el cóctel de testosterona y otros medicamentos que sus médicos le daban para combatir los dolores que le provocaba la enfermedad de Addison le causaba a su vez un aumento de la libido. Y además, había otro hecho que hizo posible que la lista creciera y creciera. Kennedy había sido educado en lo más parecido a una familia aristocrática que existe en Estados Unidos: había sido un niño pijo acostumbrado a hacer su voluntad. Cuando se convirtió en presidente no consideró que su vida privada tuviera que cambiar, no creyó que ostentar la presidencia de EE.?UU. le obligara ni siquiera a tomar precauciones de seguridad así que siguió aumentando su lista de amantes sin preocuparse de si podía afectarle.
Detrás de él siempre estuvo su hermano Bobby Kennedy, fiscal general, que ocultó y destruyó todas las pruebas a las que accedió y que demostraban cómo había sido la vida privada de JFK. También detrás de él estuvo siempre el todopoderoso jefe de la CIA, J Edgar Hoover. En el caso de Hoover un conservador de extrema derecha, lo que pretendía era controlar al presidente con las pruebas de sus innumerables amantes, sobre todo algunas. Eso es lo que ocurrió por ejemplo con Judith Campbell Exner que fue simultáneamente amante de Kennedy y de dos poderosos jefes de la mafia, Sam Giancana y John Roselli. O de la presunta espía alemana Ellen Rometsch que fue deportada en agosto de 1963 cuando los republicanos del Congreso pidieron explicaciones sobre la presunta relación del presidente con esta ciudadana de un país comunista, Alemania Oriental.
Cualquier lugar le valía
Hay otro hecho más que posibilitó que Kennedy holgara a sus anchas, cuando él fue presidente los medios no revelaban las andanzas de los políticos. No es que los periodistas no las conocieran pero había un cierto pudor a hablar en público de actividades tan privadas. Y eso a Kennedy le salvó.
Porque a la vista de las pruebas que han ido apareciendo desde que fue asesinado en Dallas en noviembre de 1963 JFK no se cortaba nada. Con Mimi Alford que fue la becaria con la que Kennedy tuvo un lio se acostó en la cama que compartía con Jackie en el apartamento destinado a su vivienda en la Casa Blanca. Y con las otras administrativas de la Casa Blanca con las que tuvo relaciones: Priscilla Wear y Jill Cowen no solo lo hizo en su cama, también en el avión de la fuerza aérea que le transportaba habitualmente, en la limusina para uso del presidente, en la piscina de la Casa Blanca y hasta en la bañera de su cuarto de baño. Y por supuesto en hoteles, tanto de Washington como de las ciudades que visitaba. Y, claro, en Las Vegas donde se reunía en el hotel Sands con la pandilla más crápula de esa ciudad: los Rat Packs, el grupo formado por Frank Sinatra, Sammy Davis Jr, Dean Martin y su cuñado, Peter Lawford, que fue su conexión con Hollywood, otro territorio en el que hacer crecer su lista. Y vaya si lo hizo allí. Marilyn Monroe es solo otra más junto a Angie Dickinson.
Emular a su padre
Pero también tuvieron aventuras más o menos largas con JFK Marlene Dietrich o Gene Tierney. Según algunas biografías, Kennedy tuvo un solo encuentro sexual con Marlene Dietrich en la Casa Blanca e intentaba con ello emular a su padre, el viejo Joe Kennedy que también había tenido relaciones con la acriz de origen alemán y que durante años fue amante de Gloria Swanson.
Parece imposible que no lo supiera y la mayoría de las biografías aseguran que sin duda estaba al tanto. También las biografías señalan que la única relación de JFK que asustó a su mujer fue la que mantuvo con Marilyn Monroe. Incluso se ha escrito que ambas hablaron sobre ello. Según uno de los cientos de libros que se han escrito sobre JFK, Marilyn habría telefoneado a Jackie para hacerle saber que su marido iba a divorciarse y Jackie habría respondido: «Muy bien, yo me mudo, tú te vienes a la Casa Blanca y te quedas con todos los problemas». Y aunque suena a respuesta perfecta, lo cierto es que JFK nunca se hubiera divorciado, era católico y tenía una situación inmejorable. Y su ruptura con la actriz más sexy de la historia no permite suponer que esta hubiera podido creer nunca que se casara con ella. Cuando la dejó, fue su hermano Bobby el que se encargó de decirle que no volviera a llamar nunca al presidente. Y cuando ella fue a llorar a Peter Lawford, el actor cuñado de JFK, este le dijo «Marilyn, solo fuiste un polvo».