18 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Aspiramos a vivir mucho. Esa es la medida del éxito de una sociedad. Los gallegos somos afortunados, vivimos más que la mayoría de los europeos. Aquí, con setenta y pico, en los velorios se comenta: «Morreu novo». Bendita sea Galicia por darnos tanta vida. Esta Galicia antropomórficamente canosa, arrugada, climatérica, senescente. Nosa nai. La vejez no es un problema. Problema es la falta de suficiente mocedad formada para financiar los servicios que merecen nuestros mayores. En eso de la fecundidad, los abuelos gallegos cumplieron de sobra. No hay más que ver en el Museo do Pobo Galego cómo eran nuestras familias petruciais. Ahora somos fashion y hasta consideramos retrasados a los irlandeses por tener el doble de chavales que nosotros. La media de edad de los gallegos fue en el 2010 de 45,1 años, frente a solo 40,9 de los europeos. En el 2012 ya alcanzamos los 45,4. Los irlandeses aún no llegan a 36. Ese diferencial obedece a que tenemos la tercera fecundidad más baja de la UE. Esto no preocupa al gallego estándar, pero condicionará mucho su futuro socioeconómico.

Los ancianos merecen el mayor de los respetos y atenciones. Se lo debemos. Pero para saldar esa deuda patriótica -de pater- necesitamos llegar al menos a la media de fecundidad de la UE, o sea, a que nazcan unos 12.000 galeguiños más por año. De lo contrario, los que sean ancianos a partir del 2030 lo pasarán peor. La sanidad se financia con impuestos, como los servicios asistenciales, que serán más necesarios porque la red familiar se acorta. ¿Podrá atender y financiar fiscalmente el hijo único a sus dos ancianos padres? Pobriño. Pobriños todos.

Manuel Blanco Desar es Economista y escritor.