Guerra contra los candados del amor en París

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Un petición en Internet reune firmas para que el ayuntamiento los elimine por estética

28 abr 2014 . Actualizado a las 20:30 h.

En el Puente de las Artes, Marylin busca en vano un lugar disponible en la barandilla para colgar su candado. La adolescente llegada de Los Angeles a París junto con dos primas se resigna a engancharlo a otros candados ya colocados. «¡No iba a irme de París sin poner el mío!», suspira resignada.

Enganchar un candado a la barandilla de la pasarela que une la Academia Francesa al Louvre cruzando el Sena, un puente adorado por los amantes de París y cantado por sus poetas, se ha convertido desde hace tiempo en una de las atracciones turísticas de la ciudad luz. Además de tirar luego la llave al río, para que el gesto sea irreversible

Presente en los cinco continentes, de Alemania a Rusia, de Uruguay a México, pasando por China o Italia, la moda de los «candados del amor» colocados por parejas en monumentos de todo el mundo llegó en el 2008 al Puente de las Artes de París.

Al principio limitado, el fenómeno terminó cubriendo la totalidad de los 150 metros de barandilla y se extendió después a otros puentes de la capital. El puente del Arzobispado, las pasarelas Simone de Beauvoir, Léopold-Sedar-Senghor o la del canal Saint-Martin también quedaron invadidas de cerraduras. Incluso hay unas cuatro decenas de candados en la punta de la torre Eiffel.

«Es una moda fea y peligrosa», declara Lisa Taylor Huff. Para esta francoestadounidense, esta costumbre atenta contra la naturaleza del «verdadero París». Junto a su amiga Lisa Anselmo, una neoyorquina establecida en la capital francesa desde hace tres años, lanzó el mes pasado una petición solicitando al ayuntamiento que preside la española Anne Hidalgo eliminar los candados, argumentando que afean algunos de los lugares más bellos de la ciudad y provocan un problema de seguridad por la acumulación de peso.

Miles de firmas para eliminarlos

Más de 6.000 personas -de las cuales un 70 % de franceses- ya firmaron la petición en Internet, según Liza Taylor-Huff. La mayoría de los vecinos están muy molestos. «El puente parece un vertedero», dice Guillaume, un joven que cruza el Puente de las Artes. «Cuando había unos pocos, era algo simpático, pero ahora la vista está tapada y rompe la perspectiva de la ciudad».

Liza Taylor-Huff propone que se instale una gran reja dedicada especialmente a los candados. «En el Campo de Marte, por ejemplo. Ese lugar está bajo la torre Eiffel y hay mucho espacio disponible, se podría incluso poner una fuente para arrojar la llave del candado, como ya es tradición. Y evitaría además contaminar el Sena».

Consultado sobre el daño que representa la presencia de los miles de candados en el río, Benoît Hartmann de la oenegé Francia Naturaleza Medio Ambiente (FNE) critica el despilfarro. «La contaminación es la gota que colma el vaso, el verdadero problema es ante todo esa relación enfermiza de nuestra sociedad de consumo». Para los turistas se trata simplemente de un inofensivo acto de amor, pero los detractores de esta moda argumentan que, como símbolo, un candado tal vez no sea lo más feliz.

En Roma, donde esta moda lleva ya siete años, la colocación de candados está prohibida bajo pena de una multa de 50 euros. En Dublín la alcaldía decidió sacarlos en 2012 y los sigue eliminando a medida que aparecen.

París parece reticente a seguir un camino contrario al cliché de ser la ciudad de los enamorados. El Ayuntamiento parisino ha evitado pronunciarse sobre el asunto y se ha limitado hasta el momento a reemplazar las barandillas estropeadas del Puente de las Artes, pero afirmó estar buscando alternativas sobre «otra forma de manifestar el amor».