Coca, Camota, Cerito y Cachita, ¿quién os puso ese nombre?

SOCIEDAD

CÉSAR TOIMIL

Churra, la gallega de «Masterchef», levantó la liebre. La de toda una generación marcada por nombres curiosos para «distinguirse». En Ferrol abundan.

04 may 2014 . Actualizado a las 21:58 h.

Estoy sentada en casa de Cachita Núñez, en Ferrol, y a su lado están una de sus hijas, Camota, su sobrina Coca y su amiga Cerito. Ninguna se llama en realidad así, pero también es verdad que casi ninguna sabe cuál es el auténtico nombre de la que tiene al lado. Su historia puede parece peculiar, pero retrata a una generación de gallegas que nacieron marcadas por la huella de una saga. Y sí, podría ser la Saga Fuga, porque sus historias parecen sacadas de una novela de Torrente Ballester (¿les suena La boda de Chon Recalde?), al que Cachita trató mucho. De toda la vida. Me cuenta. Cachita tiene 94 años y recibe como una señora, fumando rubio y con la amabilidad de la memoria viva. Se lo sabe todo y relata de corrido cientos de anécdotas de personajes que forman parte del imaginario colectivo. «¿Te acuerdas de Pipa Fernández?». «Pipa fue la mujer más guapa de Ferrol», sentencia. «A una sobrina mía que se llama Eva -cuenta Cachita- le llamamos todos Pipa porque la criada que tenía en casa siempre decía: 'Esta niña es más guapa que Pipa Fernández'. Y le quedó Pipa para siempre. Es lo mismo que le sucedió a otro sobrino mío, al que le pusieron de nombre Pedro, pero como era muy travieso y entonces estaba de moda un folletín protagonizado por el malvado Roque de Lara, una cocinera decía: 'Este niño es peor que Roque de Lara', y ahora todos lo conocen por Roque».

Cachita es en realidad Caridad, en honor a la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, porque su madre era cubana y su padre, un almirante puertorriqueño que llegó a Ferrol en el 36, justo antes de la guerra. Ella solo firmó como Caridad -dice- el día de su boda, y le funcionó porque sigue casada.

Su sobrina Coca tampoco gira la cara si le gritan Ana María. Se despegó de ese nombre al poco de nacer. Sus hermanos, de pequeños, repetían: «¡Qué loca, qué loca!» y ella lo convirtió enseguida en «Qué coca». Ahora es Coca a secas y para algunos cariñosamente una loca que ha tenido 16 hijos. Con sus correspondientes nombres. Y sus bocas. «Mi especialidad son las croquetas, y como norma les daba 6 a cada hijo, ¡pero, claro, multiplica por 16!», bromea.

Ella conoce a Cerito desde que eran niñas. Y acaba de descubrir que en realidad se llama María Luisa, porque pocos en Ferrol la conocen si no es por el apelativo diminuto. Que tiene su coña. «Éramos diez hermanos y mi madre tenía por costumbre ponernos la ropa en una bolsa con un ganchito precedido de un número, el uno, el dos, el tres... En función del que ocupábamos. Y claro, yo nací la última, y en lugar del diez, me puso solo el cero, así que me quedé con Cerito para toda la vida», apunta mientras todas se rompen de las carcajadas. «¡No sabía de dónde te venía el nombre!», ríe Cachita, que asegura que no tiene nada de responsabilidad en lo de que a su hija la llamen Camota. Ella le puso Carmen, pero como el «Carmencita» no le gustaba nada a quien lo llevaba puesto, enseguida derivó en Carmota y de ahí a Camota. «El único que me llama Carmen -señala rotunda- es mi marido, pero a mí no me gusta nada». «¿Y cómo no has llamado a Cucurucho?», me reclama Cerito, que se explica: «En Ferrol hay dos: Cucurucho Pardo, que es la hermana de Juan Pardo, y Cucurucho Otero». ¿Y de dónde les viene ese mote? «Ni idea, pero todo el mundo las conoce así», responden al unísono. Esta peculiar manera de nombrarse es para Cachita una cuestión de costa. «Sí, sí, la gente del mar tiene más afición a los motes». Y por supuesto el hecho de que se tenga una prole en la que se repiten los nombres familiares y eso conduce a la obligación de diferenciarse. Que para ellas es «distinguirse». Cachita, por ejemplo, tiene ahora 50 nietos y 54 bisnietos y si le hablas de «María» no sabe de quién se trata. «Yo a mis nietas las llamo por el apellido: María Riera.... Pero ahora con un solo hijo ¡para qué el apelativo! Esto es más de otra época».

De los marcos de fotos de bodas, bautizos y comuniones no quiere ni oír hablar. «Tengo 133 descendientes directos, he tenido que acabar por meterlos en un cajón y me he quedado solo con algunos», resopla cuando le interrumpe su hija. «¿Mamá, te acuerdas de Pinlolo? Para mí ese es el apelativo más curioso». Pinlolo tiene su origen en José Manuel. De José, Pepe, de Pepe, Pepín, de Pepín, Pin... Y de Manuel, Manolo, Lolo. Y así José Manuel, nombre compuesto donde lo haya, acabó en ese mote de chiste, Pinlolo.

El glorioso movimiento

Pero para personaje Elgloriosomovimiento. «Era una de Ferrol que ya te imaginas cómo iba por la calle, contoneándose, era tan alta, tan alta -cuenta Cachita- que en una ocasión un marinero le espetó: 'Xa te terminarei de ver mañá'. Elgloriosomovimiento tenía un cuerpo espectacular, pero no era muy agraciada, y le decían: 'Cuerpo de tentación y cara de arrepentimiento'. Ahí queda. Como esa anécdota de cuando Cachita se cruzó por la calle con Camisón. Camisón tenía la profesión más vieja del mundo y el mote le iba que ni pintado. «En una ocasión llegaron tres cruceros a Ferrol [Cachita recita de memoria el nombre de los tres, uno de ellos alemán] y al poco a Camisón le nacieron dos niños rubios, rubios como dos soles. Y una señora de Ferrol le dijo: 'Ay, Camisón, estos niños se merecen tener una buena educación'. A lo que Camisón le respondió: «Sí, sí, porque además, mire, mire qué suerte tuve que heredaron mi habla, que yo al padre no le entendía nada, y mire, hablan como yo»[Risas]. Cachita sigue relatando. Están Muchoarrozpa'pocopollo, una pareja descompensada, o Chonacas, que fue el novio eterno. Pero esa es otra novela. Como las de Torrente Ballester.