Retrasos en las obras, aumento exagerado del gasto y mucha polémica rodean la construcción del nuevo complejo de la Zona Cero
10 sep 2014 . Actualizado a las 20:45 h.Retrasos en las obras, aumento exagerado del gasto y mucha, mucha polémica rodean la construcción del nuevo World Trade Center en la Zona Cero, que hasta ahora ha generado sobre todo titulares negativos. Para revertirlos, los promotores del complejo y el arquitecto Daniel Libeskind se reunieron en la planta 67 de la torre 4. Su objetivo: dejar claro que las disputas han quedado atrás y que el proyecto va por el buen camino.
«El downtown de Nueva York, un barrio que muchos habían dado por terminado, es ahora el más demandado», afirmaba el empresario Larry Silverstein, dueño de la costructora. Tras él, las paredes de cristal dejaban ver un cielo cada vez más gris, hasta que las siluetas del Empire State y el resto de rascacielos desaparecían en él.
Hasta la fecha, parece que el nuevo World Trade Center no ha tenido suerte. Trece años después de los atentados que borraron del skyline neoyorkino las Torres Gemelas y dejaron unos 3.000 muertos, el proyecto está lejos de verse culminado. Con todo, entre tanto ya se han inaugurado monumentos, un museo y una torre, la 7 World Trade Center. Además, la 4 World Trade Center está prácticamente acabada.
La torre central y más alta de todas (541 metros), la One World Trade Center, estará lista a finales de año, aunque para su terraza panorámica habrá que esperar a 2015. Para el año próximo -seis más tarde de lo previsto- también debería estar lista la estación de tren. Según el plan, la torre 3 estaría culminada a comienzos de 2018 mientras que su vecina, la 2 World Trade Center de Norman Foster, aún no tiene fecha fija en el horizonte.
«Todos habríamos deseado que fuera mucho más rápido», reconoció Silverstein. La frustración por los retrasos también era patente en el vicedirector de la Port Authority, Scott Rechler, especialmente en el caso de la One World Trade Center, anteriormente conocida como «Freedom Tower». «No podemos criticar a quienes hayan pensado que jamás verían el edificio terminado», declaró.
Sin embargo, a partir de ahora todo irá bien, afirman los responsables. El sur de Manhattan está en pleno «boom» con tres veces más vecinos y tres veces más camas de hotel, y el World Trade Center es el corazón del barrio. Ya hay numerosas personas que han manifestado su interés por alquilar en algunas de las torres, contaron.
Incluso Libeskind dejó atrás sus sonadas disputas con Silverstein y otros responsables por los cambios en su plan maestro y se fotografió junto al constructor. El consenso es lo más importante, señaló. «Nunca fue fácil, ¿por qué habría de serlo? Estamos en Nueva York», dijo el arquitecto, que saltó a la fama con su diseño del Museo Judío de Berlín. «Pero se hará realidad. Sólo necesitamos un poco más de paciencia».
Para el, que emigró de adolescente a Nueva York junto a sus padres polacos sin hablar inglés, el proyecto sigue teniendo un componente muy emocional. «Cuando trabajo pienso en mi padre, que trabajaba en una imprenta cerca de aquí y nunca tuvo la suerte de estar en uno de estos edificios». Todos los días, de camino a las obras, contempla la Estatua de la Libertad y siente como si le dieran alas, contó. «Lo imporante es que en algún momento pueda venir aquí un niño y decir: '¡Es fantástico!'»