El consejero de Sanidad de Madrid, una polémica trayectoria

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Francisco Javier Rodríguez, quien ha señalado a Teresa Romero como principal responsable de la crisis del ébola, fue expedientado en los 90 por una mala gestión en el servicio de urgencias de un hospital madrileño

09 oct 2014 . Actualizado a las 21:48 h.

El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Francisco Javier Rodríguez, se ha convertido en foco de todas las críticas. Demonizado por sus polémicas declaraciones que situaban a Teresa Romero como principal responsable de la actual crisis del ébola, el consejero de Sanidad se ha convertido en la diana de todos aquellos que siguen sin explicarse el sinfín de errores -a lo que muchos ya se atreven a llamar «chapuzas»- que se han cometido en el protocolo de prevención de la terrible enfermedad.

Aterrizado en el cargo tras la dimisión de Lasquetty -al que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid le desbarató su proyecto de privatización de varios hospitales públicos de la comunidad-, Javier Rodríguez ha conseguido situarse en el ojo del huracán después insinuar que la auxiliar gallega contagiada de ébola había podido mentir sobre su fiebre, unas declaraciones que, visto el chaparrón que comenzaba a caérsele encima, se vio obligado a matizar: «Durante todo este tiempo lo negó siempre, como tampoco informó a su médico de atención primaria, cuando fue, que había sido una persona que había estado tratando a un paciente con ébola». Ni tan siquiera sus compañeros de partido han querido apoyarle en su discurso y el portavoz de Sanidad del Grupo Popular ha reconocido que las críticas de Rodríguez están «fuera de lugar».

La máxima autoridad sanitaria de la Comunidad de Madrid tenía aún algo más que decir y no solo tachaba a Teresa de mentirosa. «Para explicar a uno cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta un máster», recriminaba a la auxiliar, para además añadir: «Unos tienen una mayor capacidad de aprendizaje que otros».

Para este cargo la mala gestión que las esferas políticas hayan podido hacer con la crisis del ébola no ha sido la verdadera razón que se esconde tras el cúmulo de fallos y despropósitos que se cometieron después del contagio de la sanitaria. «No debería de estar tan mal, porque fue a la peluquería», aseguraba sin ningún tipo de comedimiento.

«Se producen al día millones de actos sanitarios en la Comunidad de Madrid. Los errores que se puedan derivar de ellos los asumimos», sentenciaba Rodríguez, una declaración que a muchos ha llevado a rescatar una noticia de las hemerotecas españolas. Y es que en 1990, este médico -que en aquel momento ocupaba el puesto de jefe de la unidad de hipertensión del hospital Gregorio Marañón- fue expedientado por su mala gestión durante una de sus noches de servicio de urgencias, cuando dos pacientes murieron en medio del colapso generalizado que se produjo en el centro. Dicho expediente disciplinario, incoado «por posibles faltas en el desarrollo de sus servicios», fue abierto después de que la noche del 22 de enero, un paciente falleciera tras permanecer cinco horas en urgencias sin ser atendido y otro hombre apareciera muerto en una camilla sin que se supiera cuando se había producido la muerte.

Años después, y ya con el cargo de Consejero de Sanidad de Madrid en su haber (y habiendo añadido a su largo currículo político el cargo de consejero de Telemadrid desde 1995 hasta el 2001), a este especialista en cirugía, la polémica le ha perseguido durante los escasos diez meses que lleva en el puesto. «Nosotros no privatizamos, externalizamos», defendía con ahínco en un intento de destacar las bondades de la colaboración pública y privada en el ámbito sanitario, una política que ha defendido en numerosas ocasiones con el estilo al que ya nos ha acostumbrado: «Nos dicen que estamos privatizando la sanidad. Bueno, ganen ustedes las elecciones y lo podrán revertir. ¿Por qué pusimos un plazo de 30 años? Porque calculamos que menos de 30 años no van a estar en la oposición», espetaba a sus colegas del resto de partidos.

Francisco Javier Rodríguez sabe que su nombre está en boca de todos. En un intento de rebajar las críticas en los últimos días ha suavizado sus palabras a los medios de comunicación, aunque sin dejar de cargar las tintas contra Teresa Romero. De lo de dimitir también tiene algo que decir, una vez más, no con las mejores formas: «Si tengo que dimitir, dimitiría. No tengo ningún apego al cargo, soy médico y tengo la vida resuelta».

El consejero de sanidad tiene claro que puede haber muchos fallos y numerosos culpables, pero según su trayectoria, todo apunta a que la autocrítica no entrará en su discurso.