El Sínodo de la Familia llama a que los laicos sean protagonistas y hagan escuchar su voz en las diócesis
SOCIEDAD
En el cónclave eclesiástico se respira un ambiente como el del Concilio Vaticano II
13 oct 2014 . Actualizado a las 17:04 h.El secretario especial del Sínodo, monseñor Bruno Forte, ha hecho un llamamiento para que los laicos sean «protagonistas» y alcen la voz en las diócesis para encontrar soluciones verdaderas durante este año intermedio entre este Sínodo y el que viene, convocado por el Papa Francisco del 4 al 25 de octubre de 2015 bajo el título La vocación de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo.
En este sentido, Forte ha reivindicado el protagonismo de los laicos para encontrar soluciones verdaderas y ha agradecido a los expertos su testimonio. «A veces veo que los laicos son más clericales que el clero, y esto no va», ha expresado.
Por su parte, el relator general del Sínodo, cardenal Peter Erdo, ha dejado claro que al final de este Sínodo se publicará un texto, la 'Relatio Sinodalys', que «no tendrá ningún valor jurídico ni servirá como recomendación», sino que será «un texto de trabajo» que se usará de base para el siguiente Sínodo convocado para el año que viene.
Sobre la Relatio Post Disceptationem, el documento resumen de las 265 intervenciones que han sido escuchadas hasta ahora, monseñor Forte ha explicado que es el resultado de lo que quería el Papa, de hablar con claridad y libertad. Además ha puesto de manifiesto que en el Sínodo está impreso el «estilo de Francisco» de una Iglesia que madura y «de búsqueda y de escucha».
Acerca de un posible camino penitencial que abra la clave de la comunión a los divorciados, monseñor Forte ha explicado que ese camino penitencial pasaría por un «reconocimiento de las culpas» y de «tomar conciencia de los propios límites» porque si un matrimonio falla siempre hay responsabilidad de los dos. «No es justo descargar jamás la culpa en uno solo de los miembros», ha expresado.
Trabajo «heroico»
Por su parte, el cardenal filipino Antonio Tagle ha explicado que la 'Relatio Post Disceptationem' es un «espejo» que necesita «profundizarse» y ha valorado el «trabajo heroico» que han puesto en común para poder resumir las 265 intervenciones que hasta ahora han sido escuchadas en el Sínodo. «La obra continua», ha exclamado.
Además, ha explicado que «hay lugar para que todos hablen», tanto «liberales como conservadores», porque todos están unidos por el amor común por la Iglesia.
Preguntado los homosexuales, Monseñor Forte ha explicado que un matrimonio un hombre y una mujer no puede tener una «equiparación terminológica» a la unión entre los homosexuales. «Los homosexuales tienen derechos que deben ser defendidos y garantizados, pero jamás serán equivalentes al matrimonio», ha defendido.
El relator general del Sínodo, cardenal Peter Erdö, ha manifestado que «la identidad de la persona no está determinada por la tendencia sexual, sino por su comportamiento sexual».
Más atencíon a los niños
Por su parte, uno de los tres presidentes delegados del Sínodo, el cardenal Ricardo Ezzati Andrello, ha observado que en este Sínodo «se ha hablado mucho de las parejas y poco de los niños» y que es un aspecto que los círculos menores «deben enriquecer». Además, ha subrayado la importancia de la «educación» y de la «presencia del padre y de la madre en la educación de los hijos».
También ha recalcado que el Sínodo de la Familia es el reflejo de tres cosas: la escucha que los padres sinodales han hecho; la capacidad de misericordia de querer comprender y la búsqueda de caminos para acompañar y expresar esa cercanía en líneas pastorales.
Además, ha destacado que la Relatio Post Disceptationem «no es un documento definitivo» sino que hay que seguir dialogando sobre ello y enriqueciéndolo. «Es un Sínodo que escucha, que se conmueve y que busca caminos», ha exclamado.
Ezzatti ha puesto énfasis en el derecho «a una educación de calidad», que los padres tienen el deber y el derecho de fortalecer y que las instituciones intermedias, Iglesia y Estado, están llamados a apoyar. También se ha informado de que el ambiente sinodal tenía el espíritu del Concilio Vaticano II y de una Iglesia «que mira con simpatía al mundo y que hace suyo el sufrimiento de los demás».