Próxima estación de esquí, los Alpes

SOCIEDAD

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Las conexiones aéreas de bajo coste con ciudades como Ginebra o Basilea ponen a Galicia a un paso de complejos invernales de primer nivel en dos horas de vuelo. Te lo cuenta YES, revista gallega de creatividad y tendencias

11 ene 2015 . Actualizado a las 11:53 h.

Cada cosa tiene su lugar y su momento. El pan, en la panadería. El perfume, en la perfumería. Y el esquí, en los Alpes. ¿Hay más lugares para disfrutar de la nieve? Sí, pero no trates de explicarle a tus padres de dónde vienen los niños. Europa tiene un tesoro blanco que comparten mayormente Francia, Suiza, Italia y Austria en el que ponen sus ojos esquiadores, montañeros y aventureros de todo el mundo. Allí empezó todo y allí se siguen forjando las mejores experiencias de nieve que se puedan imaginar. Y hay para todos: para los más ricos, por supuesto, pero también para los que viven de forma más ajustada y que están dispuestos a romper el cerdito entre diciembre y abril para hacer un viaje al epicentro de los deportes de invierno.

Conexiones aéreas desdes Galicia

Desde hace un par de temporadas, Galicia también tiene sus oportunidades en los Alpes. Las conexiones aéreas de bajo coste con ciudades como Ginebra o Basilea (Easyjet desde Lavacolla) te dejan a un paso de complejos invernales de primer nivel en dos horas de vuelo, menos de lo que se invierte en llegar en coche desde las principales ciudades gallegas a las pequeñas estaciones de la cornisa cantábrica (Manzaneda, Leitariegos, San Isidro, Alto Campoo...), por no hablar de las ocho a once horas que se necesitan para alcanzar destinos de los Pirineos. Todo es ponerse con la calculadora a hacer fríos números.

El aeropuerto de Ginebra es tan pequeño como los gallegos, pero durante el invierno transporta a millones de inconfundibles esquiadores que se mueven por la escueta terminal buscando su conexión con un paraíso blanco. A dos pasos, sin salir del edificio, está la estación de tren con múltiples conexiones: una de las más buscadas es Visp, un pueblecito suizo al que se llega tras un precioso viaje a orillas del lago Leman y desde el que sale el tren de cremallera que se adentra por una impresionante garganta hasta llegar a Zermatt. «Junto a St Anton am Arlberg (en Austria, para ir desde Galicia, vía Zúrich) es el destino preferido actualmente por los esquiadores gallegos con experiencia que quieren dar un salto de calidad», explica Marcos Sierra, de Viajes Sierra, una firma con sede en Santiago especializada en la nieve que asesora y organiza a particulares y grupos. «El problema de estos destinos -advierte Sierra- son los hoteles, porque durante toda la temporada están al 98 % de ocupación». Y a precios suizos, que son una montaña tan alta como el Matterhorn para las vapuleadas economías del sur de Europa. Ahora bien, en calidad de nieve, organización y medios mecánicos nadie le tose a los helvéticos. Tienen sillas rápidas, teleféricos con cabinas gigantes y trenes que se cuelan por el medio de la montaña para emerger a 3.500 metros que permiten disfrutar de descensos eternos hasta un pueblo en el que están prohibidos los coches. Todo eso se paga, claro.

Francia, más asequible

Francia es más asequible. En Ginebra es posible alquilar un coche (francés o suizo, dependiendo del destino) o dejarse llevar por las múltiples empresas que ofrecen viajes en minibuses de 15 plazas que te desplazan desde el aeropuerto hasta la puerta del hotel o apartamento en algo más de una hora por menos de 30 euros (Alpybus es la más económica, conviene reservar).

El esquí en Francia es un deporte nacional y se nota en los precios del forfait, comparables a los de las grandes estaciones españolas. Solo que la oferta es abrumadora. A un lado y al otro de la autoroute Blanche, que parte de Ginebra y que es más barata que la AP-9, puede uno dejarse caer en auténticos paraísos del esquí: Morzine-Avoriaz es el más grande y popular de la Alta Saboya (290 pistas, 21 snowparks y un centenar de restaurantes). Muy cerca, el Dominio Evasion suma 445 kilómetros de pistas entre tres estaciones, Saint Gervais, Les Contamines y Megève. Las dos primeras son más deportivas y familiares, y la última tan hermosa como pija. Las pistas son una pasarela de gente guapa, el paisaje derrite los ojos y el pueblo, con sus tiendas de lujo y sus coches de caballos, de cuento.

Pero la gran capital es Chamonix. A los pies del Mont Blanc (4.810 metros, la cumbre de Europa) es el Disneyland de los esquiadores y montañeros de todo el mundo: estaciones para todos los niveles, remontes imposibles, viajes en tren con solera o en telecabinas hasta miradores de vértigo, tiendas oficiales de todas las marcas de ropa deportiva imaginables, actividades al aire libre alternativas, música en directo en los bares y una oferta gastronómica internacional y cosmopolita son sus encantos.

Grandes estaciones en los Pirineos

Por ahí, por el estómago, es por donde tratan de competir desde hace unos años las grandes estaciones de los Pirineos. «Las que marcan la diferencia son, sin duda, Baqueira, para familias y parejas con cierto poder adquisitivo, y Grandvalira (Andorra), que nunca falla y es el destino perfecto para ir en excursiones grandes o en grupos de amigos más reducidos», recomienda Sierra, quien apunta las novedades de la temporada: la ampliación de Baqueira, con 157 kilómetros de pistas «de verdad», y la reciente fusión entre Formigal y Panticosa, en el dominio Aramón, que suma otros 160 kilómetros, pero que aún espera por una buena nevada.

El carácter familiar de Manzaneda

La falta de nieve, y en consecuencia, la limitada oferta de servicios, es el gran lastre de las estaciones más cercanas a Galicia o de la propia Manzaneda, un enclave ourensano que Sierra defiende por su comodidad y carácter familiar «siempre que esté en condiciones. Con 3 kilómetros abiertos es la mejor opción para los principiantes», sostiene el experto, quien recomienda darle un par de vueltas a los viajes de nieve antes de lanzarse: «Es la clave para no tener malas experiencias y repetir: estar cómodo a pie de pista y en destinos con buena oferta de ocio que complemente al esquí».