El lujo de una tarde en la verbena

SOCIEDAD

De las 150 pesetas del 2002, el precio de las atracciones ha subido a tres euros

15 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Mil pesetas era la inmensa fortuna que los niños recibían en casa de Ruth Blanco, en Sada, cuando ella era pequeña y había fiesta. El dinero daba para infinidad de viajes en las atracciones de feria de entonces, pero en el bolsillo de esta madre de cuatro hijos hoy no financiaría más que una vuelta para cada una de sus niñas pequeñas. Hace poco más de una década, en cambio, cuando sus hijos mayores, de 17 y 19 años, eran los que se subían al tiovivo, las cadenas o el Scalextric, las mil pesetas le hubiesen cundido tres veces más. «No sé cuánto, pero era más barato», asegura Blanco.

Quien sí recuerda lo que costaba entonces, justo antes de que el euro sustituyera a la peseta, es Antonio, un feriante que explota una atracción hinchable y un puesto de tiro en el área de Santiago. «Antes de entrar el euro, el tiro era a 100 pesetas y el hinchable a 150; ahora, a un euro uno y a tres euros el otro», detalla.

El precio de las fichas -prácticamente igual en toda Galicia, salvo en grandes atracciones, que pueden llegar a los cinco- se mantiene desde hace más o menos un lustro, según apunta un veteranísimo José Machado, que lleva trabajando en las ferias desde que nació. Pese al incremento de las tarifas en los últimos años, este feriante que trabaja en la provincia de Pontevedra con un carrusel de cadenas se queja de que la cuenta no da. «Vengo ahora de la fiesta de A Guía de Vigo y fue un fracaso total. La gente no gasta: los niños dan una vuelta y se marchan», añade Machado, quien subraya que hay ofertas y, si se compran dos fichas, son cinco euros.

El precio de cada vuelta, generalmente de entre 3 y 5 minutos de duración, se reduce aún más si se adquieren cinco viajes, que cuestan diez euros, pero a quienes deben rascarse el bolsillo la fórmula no siempre les convence. «Probamos con eso, pero es peor. Si los tienes, los niños quieren gastarlos antes», relata Manuel Campo, vecino de Lugo que pasa sus vacaciones en Sada durante las fiestas de agosto. «Tenemos dos niños y van dos veces cada día, que son 12 euros. Es bastante caro, pero se asume», señala Campo antes de precisar que con el dinero que cuesta una ficha «hay gente que come todos los días».

Pero quienes comen directamente de este negocio también tienen sus quejas. «Los ayuntamientos de Galicia cobran un dineral por los puestos. Si fuese más barato, podríamos poner las fichas a un euro», asegura un feriante que prefiere no dar su nombre y que salva de esta crítica a concellos como Vilagarcía de Arousa o Cedeira, que cobran cientos de euros a los dueños de las atracciones, en lugar de los varios miles que tienen que abonar en otras localidades. «Así, aunque llueva, no te haces mala sangre», dice.

A pocos metros de él, hay quien puede poner casos aun peores, como el que se da en el vecino Portugal, donde la instalación de grandes atracciones puede dispararse hasta 150.000 euros. Lo asegura Miguel Caldas, de Lisboa, quien trabaja con una pista de coches entre A Coruña y Ferrol. Mientras algunos se quejan de que los niños no repiten, él tiene todavía fresca en la retina la imagen de «colas y colas» de pequeños esperando su turno en las fiestas de O Burgo.

Su atracción, para niños de entre 3 y 12 años, puede ingresar en un día de mucha gente algo más de mil euros, los mismos que cobra al mes por su trabajo el propio Caldas, que en ocasiones también vende globos en las fiestas. A cinco euros. «La gente los compra mucho», asegura.