Chanel iza la bandera de Francia

La Voz PARÍS / AGENCIAS

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Azul, blanco y rojo dominaron el desfile ideado por Karl Lagerfeld para la semana de la moda de Paría ambientado en un aeropuerto

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La casualidad quiso que Karl Lagerfeld presentase su colección aeroportuaria de inequívoco simbología gala al día siguiente del ataque que sufrieron los responsable de Air France tras el anuncio de despidos masivos. Una anécdota que intentó cubrirse con el glamur que el alemán pone a todos sus desfiles. Allí, en el Grand Palais no faltaba detalle, desde mostradores a arcos de seguridad, bancos y maletas.

La colección insiste en los colores azul, blanco y rojo de la bandera francesa. Juega con los códigos de los uniformes de las azafatas y del universo aeroportuario: los carteles con los vuelos figuran estampados en largos vestidos fluidos.

A destacar un traje sastre «absoluto» en versión despojada del modelo emblemático de la casa, pero desprovisto de cuello y botones, en tweed negro con hilos plateados formando cuadros. También se vio tela de mezclilla en varios conjuntos. Sandalias con suela compensada luminosa y botines abiertos por delante en plástico transparente.

Para la próxima temporada de pret-a-porter, Chanel aúna estampados dispares y juega con los volúmenes. El aire deportivo de las sudaderas de manga ranglan comparte espacio con levitas y hasta sombreritos de paja, los parisinos canotiers. Los lazos restan dureza a las chanclas con calcetines blancos, y la tela vaquera se suaviza con flores... «Me gusta la idea de ropa hecha con materias muy ricas, pero que se llevan como streetwear», explicó Lagerfeld a la Afp. «Los modelos no parecen tan sofisticados como en realidad lo son, es la actitud de la chica lo que cambia todo», dijo.

Algunas carteras se fabricaron con técnicas de impresión en 3D, a las que Lagerfeld ya había recurrido este año en colecciones anteriores. Los trajes sastre de alta costura realizados en 3D -comentó- tuvieron mucho éxito, especialmente un modelo bordado que cuesta 370.000 euros. «¡Existe una clientela para la alta costura!», proclamó.