La despensa de Bergantiños abastece una propuesta elegante y de vanguardia
18 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Siempre es agradable encontrar un restaurante que apuesta por la gastronomía de proximidad, por los productos de su entorno, sobre todo si después, en la mesa, surge con naturalidad una apuesta elegante y moderna para hacer que esa cocina de mercado brille con su máximo esplendor. Es el caso de Pementa Rosa, el proyecto que desarrolla en Carballo la cocinera y propietaria Rocío Martínez Rodríguez (A Brea, Carballo, 1979).
Rodada en A Estancia, con Rafael Varela, y en As Garzas (una estrella Michelin), a las órdenes de Fernando Agrasar, Rocío lidera ahora un proyecto propio que ya es referente de vanguardia en esta localidad.
Desde ese planteamiento de proximidad, el restaurante Pementa Rosa ofrece los días lectivos, a la hora del almuerzo, un menú interesante por su excelente relación calidad-precio. No siempre es fácil encontrar creaciones gastronómicas elegantes por 15 euros y que incluyen dos opciones tanto para el primer plato como para el segundo y el postre.
Es posible también comer a la carta -única opción el fin de semana-, pero la mayoría de los comensales, procedentes de comercios y negocios vecinos, se acercan seducidos por el menú, así que La Voz se decantó también por esta alternativa.
La visita al restaurante se cursó en septiembre. El personal seducía ese día a los comensales con un entrante a base de guacamole, jamón y tostas. No es fácil cogerle la medida al aguacate para que el resultado no sea excesivamente intenso. La preparación de la chef , suave y en su punto, evita con acierto el exceso de picante con que la cocina mexicana regala a veces los paladares. El resultado, un plato equilibrado y con la gracia y el contrapunto de sal que le dan las virutas de serrano. Las tostas de pan son una solución, aunque se echan de menos los populares nachos.
El otro entrante, impecable también, consistía en una crema de champiñones en que la sorpresa era la inclusión de un huevo escalfado. Un acierto porque la crema armoniza muy bien con la textura del huevo, especialmente con la yema, que se funde perfectamente en el conjunto y permite un juego de sabores delicado y rico.
El segundo plato deja algo de lado la filigrana neogastronómica y se adentra en el territorio de la cocina de producto con notable éxito. El pinto en caldeirada permite redescubrir un pescado de roca no siempre bien ponderado y que manifiesta todo su potencial cuando se presenta bien limpio de espinas. La preparación, muy clásica, tiene la virtud de que no resta protagonismo al pinto. La alternativa eran unos filetes de solomillo de cerdo con un toque muy sutil de vino de Oporto y unas excelentes patatas a la inglesa, tipo chips.
Recomendables los postres caseros. Las natillas de vainilla de Bourbon, bien hechas, encandila ya antes de la ingesta por un aroma delicado y especiado. La cocinera regresa a la innovación con una crema de yogur de kéfir con manzana confitada, nuez acaramelada y miel. Una receta más arriesgada por la mezcla de sabores y que sorprende en el paladar por su sabor y su textura.