13 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.
La Xunta buscó petróleo en la costa gallega, pero el verdadero filón de oro es el paisaje, que atrae más gente que un millón de Gaiás juntos. En vez de respetarlo -haciendo bueno el axioma nórdico de que la naturaleza es un factor superior a la cultura-, nos empeñamos en destrozarlo: As Catedrais es una romería y Loiba va camino de lo mismo; hemos cementado el borde del mar con kilómetros de paseos, áreas recreativas, talasos y urbanizaciones a medio hacer. En el cabo Fisterra, convertido en una Disneylandia del fin de la Tierra, quieren plantar ahora una pirámide. Pero el alma del mundo no está en un poliedro de hormigón.