El Santo Sepulcro, donde fue enterrado Jesús, en reformas

nacho blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Esta iglesia de Jerusalén, uno de los lugares santos del cristianismo, presenta fisuras en su estructura debido al paso de los años

24 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque en la retina de muchos la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén trae al recuerdo las continuas peleas entre los cuidadores de diferentes credos cristianos del templo, o como espacio de asilo para palestinos en tiempos de la Intifada, este lugar santo del cristianismo, muy visitado por los peregrinos, se encuentra en cuidados intensivos. La degradación sufrida en la estructura de la tumba de Jesús, situada bajo la cúpula basilical, ha impulsado a la Custodia de Tierra Santa a intervenir. Un armazón metálico es el encargado de sustentar un edificio recubierto de mármol y sobre el que el paso de los años ha hecho mella. Los operarios desmontarán totalmente la construcción, procederán a su mantenimiento, y la volverán a levantar. Sin embargo, los ritos y visitas a la tumba no se cancelarán. Las obras, conducidas por un equipo de restauradores griego, durarán hasta el 2017.

La tradición cristiana sitúa en este lugar la tumba de Cristo, además de ubicar también en el perímetro de la basílica el monte del Calvario o Gólgota, donde fue ajusticiado en la cruz Jesús de Nazareth por los romanos. El templo, cuyo origen data del siglo IV, pero cuyo aspecto actual es del siglo XIX, tiene en su rotonda interior un pequeña iglesia que encierra el espacio sacro donde descansó el cuerpo de Jesús, y que, según el Nuevo Testamento, pertenecía a José de Arimatea, que cedió su sepultura y jardines para enterrar al profeta. Es también conocido como templo de la Resurrección, pues aquí, según la Biblia, las mujeres descubrieron la tumba de Jesús vacía.

La iglesia del Santo Sepulcro está situada en la línea imaginaria entre el barrio judío de la vieja Jerusalén y el árabe, y constituye uno de los principales atractivos del turismo en la disputada ciudad. En dicho templo fue donde Santa Helena, madre del emperador Constantino -el primero que abrazó el cristianismo- halló los restos de la cruz.