
Es imposible anular el examen de primaria, y solo un nuevo Gobierno podría parar la ley a tiempo para el próximo curso
06 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Dentro de un mes, los 450.000 alumnos de sexto de primaria de los 14.000 colegios en España tendrán que afrontar el examen final de etapa que contempla la Lomce, aunque el Congreso decidió ayer iniciar los trámites para su paralización y específicamente lo relativo a las reválidas. Estas son algunas de las cuestiones que se han planteado con una medida que, a título práctico, significa poco.
No hay tiempo material para evitar el examen final de primaria
La falta material de tiempo para desarrollar el acuerdo tomado en el Parlamento antes de un mes -algunas comunidades establecieron ya los días 6 y 7 de mayo para la reválida- hace que este aspecto concreto de la propuesta defendida por Rafael Simancas (PSOE) sea papel mojado.
Una vez en el Congreso, los partidos han de presentar enmiendas en la comisión de Educación (esto supone unas dos semanas de trámites) para pasar después al Senado. En la Cámara alta, donde el PP tiene mayoría, la norma puede quedarse dormida unos dos meses. Obviamente, si algunas comunidades plantean el examen para el día 6 de mayo, su paralización resulta imposible.
Por otra parte, hay que recordar que tras un inicio más comprometido, el Ministerio de Educación asegura ahora que el examen final de primaria no tiene consecuencias académicas para el alumnado o para determinar un ránking de centros; se usará, dice el ministerio, solo como diagnóstico para afrontar medidas de apoyo. De hecho, ayer el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, explicó que la prueba de sexto será como la de tercero que se hizo en el 2015, y «que non xerou estrés entre o alumnado» y permitió implementar medidas correctoras «para mellorar a calidade e a equidade». Recordó una vez más que la prueba de sexto no supondrá ningún tipo de ránking «nin unha traslación directa ao expediente».
En relación con la prueba gallega, todavía no tiene fecha (el año pasado, la de tercero se celebró los días 27 y 28 de mayo), y directores de centro consultados aseguraron no tener información ni indicación al respecto.
Paralizar la ley, solo si hay un Gobierno nuevo o el actual quiere
Parar la ley el próximo curso es una tarea difícil, pero al menos el calendario lo permitiría. Eso sí, se necesita que antes del 2 de mayo haya un acuerdo de gobierno con el PSOE o, simplemente, que el PP acepte derogar de facto la norma -lo que parece de todo punto imposible porque los populares han sido muy claros en seguir apoyándola-.
En el caso de un gobierno de cambio, ese Ejecutivo tendrá otras armas para paralizar la ley antes del próximo curso. Esto es especialmente importante porque el año que viene supone la realización en modo piloto de dos nuevas reválidas, la de final de secundaria y final de bachillerato que, esas sí, tienen carácter eliminatorio: si no se aprueban, no se obtiene el título ni se puede pasar de etapa.
Paralizar o derogar, ¿cuál es la diferencia?
Una de las polémicas del día ha sido la diferencia entre paralizar o derogar la Lomce. Para los estudiantes españoles las consecuencias son muy diferentes: paralizarla supone mantener lo que hay en vigor, desde las asignaturas hasta la FP básica, por ejemplo (las reválidas no, porque se exige su anulación); si se deroga, en cambio, lo que conlleva es anular la norma y volver a aplicar la anterior, la LOE. Eso supondría cambiar todos los libros y temarios, y reconducir a la alternativa a la FP básica (el PCPI, un curso muy mal valorado en general) a los alumnos que la estén cursando la interesante FP básica. Hay que tener en cuenta que la Lomce se aplica en toda primaria y en los cursos impares de secundaria y bachillerato, pero no en los pares. Habría que buscar una solución para los estudiantes que empiecen segundo y cuarto de secundaria y, especialmente, segundo de bachillerato, la antesala de la selectividad.
Rafael Simancas decía que el de ayer es el primer paso para la derogación de la ley, pero en el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos no se habla de derogar sino de paralizar. Esa indefinición socialista le ocasionó fuertes críticas desde la izquierda.
Por su parte, el conselleiro, Román Rodríguez, consideró que «a derrogación da Lomce, tal e como se está plantexando por parte do principal partido da oposición, que desde o primeiro momento e ata sen haber nin unha soa liña publicada da Lomce manifestou que a ía derrogar, creo que é dunha certa irresponsabilidade. (...) Esta é a primeira vez na que o PP implementa unha lei de educación». Anularla, dijo Rodríguez, «suporía un auténtico caos, e unha formación política ou de goberno que aspire a ser seria ten que pensar nos alumnos, e parece que pensa mais en cuestións de interese ou rédito político».
El objetivo final: una ley de consenso. Pero, ¿es posible a día de hoy?
Esta es sin duda la gran cuestión de fondo. Con la Lomce en aplicación o con ella paralizada, todo parece indicar que el Congreso -este o el que salga de las urnas en junio- planteará una nueva norma educativa, y esa ley tiene que contar con el PP o, al menos, con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del Partido Popular.
No parece que a día de hoy eso sea un escenario probable, aunque preguntado ayer el ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo, sobre la posibilidad de cambiar la Lomce, respondió: «Solo la Biblia fue escrita para durar millones de años. Es evidente que hay muchas cosas que se pueden mejorar». Sin embargo, el ministro Méndez de Vigo cree que el debate no debe ser «Lomce, sí; Lomce, no», sino que hay más asuntos de los que hay que hablar, como profesorado, nuevas tecnologías, idiomas, convivencia escolar... Ni en eso hay acuerdo: el resto del arco parlamentario quiere finiquitar la ley más impopular de la legislatura.