Frente a las reválidas, el catedrático de Mediación propone devolver a la inspección su papel de control y orientación más allá de la burocracia
06 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Lleva décadas trabajando con las estadísticas de la educación, y en este tiempo, además de dirigir la cátedra de Medición y Evaluación Educativas de la Universitat de Valencia, ha asesorado a gobiernos en cómo se mide la calidad de la enseñanza y de los maestros. Ahora vuelve a hacerlo, esta vez a la Comunidad Valenciana. Este fin de semana Jornet está en Galicia para participar en las Xornadas de Equipos Directivos, que organiza en el Pazo de Mariñán la Asociación de Directivos de Colexios Públicos da Coruña. A ellos les explicó ayer, por ejemplo, que en PISA no estamos tan mal.
-¿Qué es eso de que España no está tan mal en PISA?
-Sobre PISA hay que hacer una revisión de los resultados, porque algunas de las conclusiones pueden ser erróneas. Por ejemplo, hay claramente dos Españas: norte y sur. Y la del norte está por encima o al menos al mismo nivel que la media de la OCDE. Pero, lo que es más importante, la división no es solo por la estructura socioeconómica.
-¿Influye la presencia de inmigración a gran escala?
-Bueno, digamos que mucha inmigración y crisis económica son dos factores que juntos repercuten en PISA, pero no se trata de eso. Es que más que la estructura socioeconómica, lo que condiciona PISA es el valor social que se le da a la educación, y pongo un ejemplo: Baleares está en lo más alto de la tabla en PIB pero en la parte baja a cuanto resultados académicos. ¿Por qué? Porque los jóvenes no creen en la educación y se dedican a la hostelería, que sí les da dinero de forma inmediata.
-¿Cómo se convence a un chico de 15 años que no quiere estudiar y tiene trabajo esperándole que siga en el instituto?
-Poniéndole nombres a las estadísticas. Las cifras sirven poco para exponer la realidad porque no les pones nombre. Hay que ofrecer historias de vida. El informe Education at Glance [Panorama de la Educación] dice que las personas con estudios, desde que se incorporan al mercado laboral hasta que se jubilan mantienen o mejoran su nivel adquisitivo; las que no tienen estudios, o lo mantienen o lo empeoran.
-Experto en evaluaciones, ¿cómo calificaría el sistema educativo español?
-Refleja lo que es la estructura socioeconómica del país. Comparándonos con otros estamos en niveles medios, y en los 35 años que llevamos de democracia la mejora ha sido enorme, con toda la población escolarizada y con cierta calidad. Pero están los vaivenes políticos: cada ministro ha justificado los cambios de las leyes en lo mal que está el sistema, y acabarán con eso de la profecía autocumplida.
-¿Por qué no somos capaces de mantener una ley?
-El mejor sistema es el que se engrana bien en la cultura y la historia de un país. Por ejemplo, nuestra diversidad podría ser algo bueno, pero en cambio no lo fomentamos. ¿No hay un Erasmus para unir Europa? ¿Por qué en cuarto de la ESO los alumnos no se pueden ir a otra comunidad autónoma a cursar un trimestre, por ejemplo? ¿Por qué no se puede estudiar catalán, gallego o vasco como asignatura optativa? Los gobiernos se han contentado con reducir al 65 % el currículo común en España y ahora esta ley decide utilizar la misma vara de medir para todos, neoliberal y centralista, y eso es absurdo. No sé en qué estaban pensando cuando propusieron las reválidas.
-No son útiles.
-Es increíble ¡El niño es sobre quién recae la valoración de todo un sistema educativo! ¿Es él el que va a pagar el pato? En épocas anteriores ya tuvimos reválidas y vimos que generaban muchas frustraciones. Yo creo que las reválidas solo son útiles como pruebas de acceso, de selección, y no genéricas, sino sobre áreas académicas. Está demostrado que los mejores expedientes de bachillerato no siempre son los que mejor funcionan en la universidad, y que hay carreras que son vocacionales, como la de profesor.
-¿Cómo se puede garantizar que todos los niños aprenden al menos un mínimo?
-Creo que un buen modelo puede ser potenciar la inspección y combinarla con los servicios de formación continuada del profesorado [CFR-Cefore en Galicia]. Con un buen control de acceso a la profesión y mecanismos como el MIR que propone Marina, se puede confiar en los profesores, que deben rendir cuentas, claro, incluso los de los colegios concertados (mantenidos con fondos públicos). La inspección ahora está enterrada en la burocracia, pero puede tener un papel magnífico en la orientación y control de los centros.