La casa natal de Hitler, expropiada para evitar la peregrinación neonazi

EFE

SOCIEDAD

DOMINIC EBENBICHLER | REUTERS

Tras varios años de ofertas a su propietaria, el Gobierno austríaco ha decidido requisar la propiedad para impedir que se convierta en un lugar de culto

12 jul 2016 . Actualizado a las 19:48 h.

Derribarla o mantenerla. Esa es la elección que deberá hacer el Gobierno de Austria sobre la casa natal del dictador Adolf Hitler. Un edificio que ha sido museo, base militar y oficina, y que ha acabado transformándose para muchos en un peligroso homenaje a la barbarie. Situada en la ciudad de Braunau, en el Estado federado de Alta Austria, la vivienda pertenecía hasta ahora a una mujer, que cobraba un alquiler estatal de aproximadamente 5.000 euros al mes para impedir el uso indebido del inmueble.

Hitler solo vivió en el domicilio los primeros tres años de su vida, pero eso no ha impedido que el lugar haya adquirido un gran valor para los neonazis, un problema que las autoridades vienesas llevan tiempo tratando de erradicar. Para ello, el Gobierno tenía claro que el control sobre la vivienda era vital, y por eso en 1972 comenzaron a arrendarla. En 1984, sin embargo, el alto precio del alquiler empezó a convertirse en una dificultad para mantenerla en su poder. La solución entonces fue hacer una oferta por la casa, una propuesta que la propietaria rechazó en todas las ocasiones.

Estas ofertas no fueron las únicas proposiciones que la mujer censuró. Según informa El Mundo, antes de intentar la compra, el Gobierno había tratado de transformar el local en un centro de trabajo. Las mejoras de accesibilidad que implicaba el proyecto recibieron también la negativa de la propietaria, y constituyen la razón de que el edificio se haya mantenido vacío durante los últimos cinco años.

Ante esta imposibilidad de compra, el Estado entró en una batalla jurídica con la mujer, una guerra que ahora ve su fin con la expropiación del domicilio. La decisión, que conlleva una indemnización para la propietaria, solo precisa de la aprobación del Parlamento para hacerse efectiva, pero no significa de modo alguno el cierre del asunto.

Todavía no hay consenso sobre el futuro de la vivienda ya que, aunque todos están de acuerdo en la necesidad de erradicarla como símbolo nazi, pocos coinciden en la mejor forma de hacerlo. Las opciones que se barajan son derruirla, mantenerlo como domicilio o establecer un memorial. En el caso de que la alternativa elegida fuese la primera, el Gobierno se enfrentaría a un nuevo conflicto: la protección de la que goza el inmueble desde que los nazis la declararon patrimonio histórico en 1938.