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«No podemos permitir 'Il Divo' en una iglesia»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

ALBERTO LÓPEZ

El Arzobispado es claro en sus normas: la música profana no tiene cabida ni en conciertos ni en bodas en el templo

29 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los festivales de corales de Moaña se convirtieron en noticia hace unos días porque el párroco de la iglesia en la que se celebraban, el Carmen, se negó a seguir acogiéndolos ya que el repertorio incluye obras no religiosas. En realidad, como explica el propio sacerdote, José Luis Muñiz, «no se prohibió, solo hablamos con las corales para que pidiesen autorización al Arzobispado, como hay que hacer». Lo cierto es que este festival lleva años celebrándose en ese templo sin que se hubiese remitido ningún permiso al Arzobispado ni se hubiese modificado el repertorio.

¿Pero qué dice la Iglesia sobre los conciertos en sus templos? Pues es bastante clara. Hace dos años, el boletín oficial de la Archidiócesis de Santiago publicó unas recomendaciones sobre la celebración del matrimonio y de conciertos. En este último caso, dice, «deben ceñirse únicamente a la música sacra y a la música religiosa». En cuanto a las piezas clásicas, aunque pueden contribuir a ayudar al espíritu religioso, «no siempre tienen esa finalidad». Y desde luego, «debe descartarse la interpretación de música folclórica o popular de temática evidentemente profana dentro del templo».

Lo mismo ocurre con el sacramento del matrimonio, en donde se recoge que no se puede interpretar música profana ni incluir entre las lecturas «cualquier poema o texto no bíblico». Óscar Valado, director del secretariado de música del Arzobispado, defiende estas orientaciones: «Y lo que me preocupa es que esto sea noticia, cuando la noticia sería que se permitiese en las iglesias».

Aunque es partidario de que en los templos haya conciertos «para el fomento del patrimonio cultural musical», hay que establecer normas, porque «al fin y al cabo la iglesia no es un auditorio». Esto se aplica a conciertos y celebraciones como la del matrimonio, ya que sostiene Valado que se estaban extendiendo peticiones y gustos personales que no tienen nada que ver con la fe católica. «No podemos permitir en una boda que canten, por ejemplo, música de Il Divo. No hay inconveniente en que se cante fuera, pero dentro hay que salvaguardar, es una cuestión de coherencia», explica.

Para el presidente de la Federación Coral Galega, Antonio Rey, las normas no deberían ser inflexibles. Recuerda que de todos los conciertos que dan las corales, en torno a un 60 % se realizan en las iglesias, y casi nunca hay problemas, pese a que los repertorios no solo incluyen temática religiosa. «Hay que mezclar un poco de todo porque si no la gente se aburre», explica. Y lo cierto es que en los templos acostumbran a encontrar esta flexibilidad que pide Rey: «Depende del proceder del párroco, si es flexible no suele haber problemas, y casi nunca los tenemos».

Porque el presidente de esta federación entiende que la iglesia es un lugar idóneo para las actuaciones de música de las corales. «¡Qué mejor sitio! Por la sonoridad, el entorno, y porque la gente que va a misa muchas veces aprovecha y ya se queda al concierto», cuenta.

Si tradicionalmente las corales y las bandas han actuado en incontables ocasiones en las iglesias, ¿qué ocurre ahora para que desde la Iglesia no lo vean adecuado? Óscar Valado dice que estas agrupaciones siempre buscaban un repertorio sacro o de la gran tradición cultural europea, pero el problema es que ahora se potencian habaneras, zarzuelas «y un repertorio cada vez más orientado al entretenimiento». Para que los niños permanezcan en las bandas «y no se aburran con marchas procesionales se incorpora, por ejemplo, la banda sonora de La guerra de las galaxias, y ahí entra el conflicto», explica el responsable de música sacra.

Este conflicto ha provocado que, de momento, el festival de corales de Moaña aún no tenga solución a la vista. El párroco asegura que no se prohíbe ningún concierto, sino que solo se pide a los organizadores que envíen el repertorio al Arzobispado, algo que todavía no ha ocurrido. Valado también dice que es muy raro vetar una actuación, pero sí se responde a los organizadores qué piezas deberían cambiar, «y si son todo habaneras se les diría que hay que adaptar el repertorio al concierto en una iglesia», concluye.

José Luis Muñiz, el párroco de Moaña, insiste en que aún puede haber solución si se envía el repertorio al Arzobispado, explicando que la localidad carece de auditorio, y si no se concede el permiso «pues se negocia y se estudia. No hay que dar mayor importancia a las cosas cuando no las tienen», concluye.

De momento, el folclore y la música profana parecen no tener mucha cabida en las iglesias.