¿Tasa a los refrescos? Hay otras opciones

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Pilar Canicoba

La Sociedad para el Estudio de la Obesidad propone llegar a pactos con la industria para reducir el azúcar en bebidas

03 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cincuenta gramos, el equivalente a doce cucharillas. Es la cantidad máxima de azúcares libres que una persona debería ingerir al día, en torno al 10 % de la ingesta calórica total que, de media, puede situarse en 2.000 calorías. Pero la realidad demuestra que cada europeo consume el doble. ¿Las consecuencias? Aumento de la obesidad y de las enfermedades metabólicas asociadas, como la diabetes tipo II, y también de la caries. La OMS y las organizaciones médicas hace ya tiempo que han emprendido una cruzada contra el azúcar, que hasta se ha llegado a considerar como el nuevo tabaco. La propia institución sanitaria de Naciones Unidas llegó a proponer en octubre del pasado año políticas fiscales que graven un 20 % el precio de las bebidas azucaradas, una medida que ya se aplica en México, en Gran Bretaña o Francia y que desde esta semana también se ha implantado en Cataluña.

Un inocuo refresco puede contener 35 gramos de azúcar, pero aumentar el precio para frenar su consumo es algo que está en discusión entre los propios expertos. Algunos creen que existen otras alternativas que no penalicen al consumidor. «Nosotros estábamos de acuerdo con el impuesto y al principio fuimos muy beligerantes con la industria alimentaria, pero nos dimos cuenta que lo mejor era trabajar conjuntamente para que sean ellos mismos los que reduzcan el azúcar en sus productos. Pensamos que las políticas de colaboración son más efectivas que las coercitivas», explica Felipe Casanueva, presidente de la Fundación de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. Y pone como ejemplo que Coca Cola ha rebajado más del 30 % de los azúcares de sus productos y que Kit Kat acometerá un recorte del 16 % en sus chocolatinas.

En cambio, Diego Bellido, nutricionista y responsable de Endocrinología en el hospital de Ferrol, apuesta por la tasa. «Sí o sí, la tasa se va a extender a toda España, como ya han hecho en otros países», apunta, a la vez que advierte que el consumo excesivo de azúcar, al igual que el de grasas saturadas, es uno de los principales responsables de la obesidad y de las enfermedades metabólicas. Una línea similar mantiene Rodrigo Córdoba, de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, que alega que en México, el segundo país con más obesos del mundo, se redujo en un 12 % el consumo de bebidas azucaradas. «La medida en España frenaría el consumo», señala.

Rosaura Leis, coordinadora de la unidad de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del hospital de Santiago, entiende que, más que un impuesto, la clave es ofrecer una buena información al ciudadano en el etiquetado de los productos para que sepa cuáles son perjudiciales o no para la salud y obre en consecuencia. «Hay que educar a la población -dice- para que se conciencie de que el consumo de azúcares no debe superar el 10 % de su ingesta total de calorías».

La Xunta no aplicará el impuesto en Galicia

El Ministerio de Hacienda intentó hace unos meses aplicar un impuesto a las bebidas azucaradas, pero el deseo de Montoro se vio frenado por el pacto para lograr la investidura entre el PP y Ciudadanos, que obligó a eliminar la medida. Y, mientras el Gobierno no la retome, la Xunta tampoco la propondrá, ya que entiende que se invadirían competencias del Estado. «Galicia considera que os tributos que establecen as Comunidades Autónomas non poderán recaer sobre feitos impoñibles gravados polo Estado. Entendemos que existiría o risco de que esta proposta fose recorrida por inconstitucionalidade ante o Tribunal Constitucional e suspendidos, polo menos temporalmente, os seus efectos», según precisaron fuentes de la Consellería de Facenda. Cataluña sí aplica la medida, pero corre el riesgo de que sea recurrida por el Gobierno.

La Xunta considera preocupante la obesidad infantil, por lo que apunta que ya trabaja en medidas para reducirla con programas como Xermola, para la prevención del sobrepeso infantil.