Gais y lesbianas han estrenado en Alemania la ley del matrimonio homosexual que ha entrado en vigor este domingo
02 oct 2017 . Actualizado a las 09:24 h.El ayuntamiento del barrio berlinés de Schöneberg se convirtió este domingo en el escenario de un estreno alemán. La pareja formada por Karl Kreile y Bodo Mende se presentó ante los funcionarios del registro civil. Son la primera pareja homosexual que consigue hacer realidad el sueño de una generación en Alemania.
Bodo Mende y Karl Kreile son pareja desde hace 38 años. Este domingo, por fin, pudieron darse oficialmente el «Sí, quiero», un derecho que se les había privado hasta ahora. «Esperamos que esta boda tenga efecto en otros y que muchas otras parejas homosexuales se casen igualmente», declaró Bodo Mende tras la unión en el popular barrio en el sur de la capital alemana.
El acto no se celebró en la sala destinada a los matrimonios del registro civil, sino en una algo más grande debido a la gran expectación que había suscitado. Cerca de 100 invitados siguieron la ceremonia en la sala adornada con la bandera del arco iris. Los dos confirmaron que quieren mantener sus apellidos actuales y no adoptar el de su cónyuge, una tradición habitual en Alemania, donde las mujeres sueles adquirir el nombre de familia de sus maridos.
Una vez que el funcionario dio por oficial el matrimonio, cerró la ceremonia con la famosa frase: «Pueden besarse ahora». Los recién casados recibieron una gran ovación. Karl Kreile y Bodo Mende se enamoraron en el verano boreal de 1978 en una fiesta en Schöneberg. El primero se presentó inútilmente ante el registro civil ya hace 25 años dentro del marco de la «Acción registro civil» con la que numerosas parejas de gays y lesbianas acudieron en 1992 en toda Alemania a los ayuntamientos para solicitar los trámites para casarse, conscientes de que no había esperanza alguna de lograrlo. Sin embargo, consiguieron atraer la atención de los medios y acaparar las portadas.
«Me sentí como postergado y ofendido porque nuestra relación no se veía como algo del mismo valor que las otras relaciones», explica Kreile a la agencia dpa. «Era como si sólo pudiéramos ser individuos, individuos que tenían sexo, eso era todo», agrega Mende. «Que tuviéramos relaciones sociales era un tabú, eso fue el escándalo en realidad. Esto provocó que nuestra generación se caracterizara por querer acabar con este escándalo».
Una década más tarde se logró el primer éxito en el arduo camino para equiparar las parejas homosexuales a las heterosexuales. En julio del 2002 el Tribunal Constitucional de Alemania confirmó que la ley de uniones civiles era acorde con la Ley Fundamental alemana.
Kreile y Mende se presentaron así por segunda vez ante el registro civil y dejaron el ayuntamiento de Berlín como «marido y marido» y organizaron una gran fiesta como muchos otros en ese momento. En el 2015, según el censo, residían en Alemania 43.000 uniones de este tipo en Alemania, casi la mitad de todas las 94.000 parejas homosexuales que viven juntas en el país.
Para ellos y su entorno, ese día se considera como el de su boda, a pesar de que legalmente no se trataba de un matrimonio propiamente dicho a nivel de derechos en temas como la ley de adopción.
«Las obligaciones estaban desde el primer día ahí como en cualquier otra pareja, pero los derechos eran mínimos. Había que demandar cada concesión de la política y duraba años», declara Kreile. «Hay que decir que el proceso orquestado por la política era un proceso laborioso y miserable».
Ahora los dos se han convertido en los primeros en poder casarse en Alemania. Cuando a finales de junio la canciller Angela Merkel permitió la histórica votación en el Parlamento, «los dos saltamos del sofá al ver las noticias», recuerda Kreile.
En esta ocasión, en lugar de una segunda gran fiesta han planeado algo más tranquilo. Menos de tres semanas después de haber transformado su unión civil en un matrimonio, la pareja celebra su decimoquinto aniversario de boda.
Para ellos no cambiará mucho. Adoptar niños, el derecho más importante que reclamaba la comunidad homosexual, es algo que no quieren hacer. Pero muchos en su entorno, que tienen unos treinta años, piensan ahora en formar familia, relatan. La nueva generación podrá por fin enfocarse en otros problemas y tener las mismas preocupaciones que los treintañeros heterosexuales, agregan.
La discriminación estatal ha llegado a su fin, pero la de la sociedad aún sigue presente, alerta Mende. Sin embargo, «ahora hemos alcanzado una situación en la que por primera vez podemos decir: tenemos los mismos derechos. Y a aquellos que nos atacan en la calle a diario: Están equivocados».