
Al perder todos sus nutrientes entran en una fase que los científicos llaman estado latente de hibernación
10 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Poco a poco la meteorología va recuperando la normalidad en Galicia. Todavía falta que llueva mucho más, sobre todo en las provincias del sur, pero al menos el ambiente ahora se parece al otoño y no tanto al verano. La humedad es persistente y las temperaturas han descendido hasta recuperar valores habituales en esta época del año. Así que es momento de contar historias propias del otoño como describir uno de los principales acontecimientos que ocurre en esta estación; la transformación de la vegetación y la caída de la hoja. Ambas son respuestas que adopta la naturaleza para acomodarse a las nuevas condiciones. A lo largo de la historia se han producido grandes extinciones en la Tierra, como la de los dinosaurios y, sin embargo, los árboles siguen en pie. La vida vegetal ha desarrollado un gran poder de adaptación.
Después del verano las plantas perciben que hay importantes modificaciones en la duración del día, en la cantidad y calidad de luz que reciben y también en la temperatura. Así que reaccionan y se deshacen de las hojas, que son el principal mecanismo que usan para realizar la fotosíntesis. Pero antes tienen que absorber todos los nutrientes que hay en ellas y en ese proceso la clorofila, una sustancia que proporciona el verde a las hojas, se degrada y, como consecuencia, comienzan a aparecer otros tonos que estaban presentes en la planta, como el amarillo y el rojo.
Finalmente, tras cambiar de color, las hojas se precipitan suavemente, como sin ganas de vivir. Y, en realidad, es algo así porque al perder todos sus nutrientes entran en una fase que los científicos llaman estado latente de hibernación. Una etapa que se prolonga hasta la primavera, cuando la planta capta un aumento de la luz y la temperatura y vuelve a la fase de funcionamiento. Es el momento del año en el que se produce la floración.
Un estudio reciente publicado por expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas señala que este proceso dura cada año menos tiempo debido al calentamiento del planeta. Dicho de otra forma, el otoño se acorta y la primavera se prolonga en lo que se refiere a la caída y a la salida de las hojas. Durante los últimos treinta años, el nacimiento de las hojas de los árboles caducifolios se ha adelantado una media de 3,4 días por cada grado que ha aumentado la temperatura. La naturaleza parece estar percibiendo los efectos de otro cambio climático, esta vez de origen antropogénico, y comienza a mostrar síntomas de querer adaptarse al nuevo clima que está gestándose.