Las grises tienen mucho desarrollo vertical y las asociamos con las tormentas, mientras que en las blancas, las gotas de agua que contienen son suficientemente pequeñas como para que los rayos de luz del sol no reboten
20 nov 2017 . Actualizado a las 09:24 h.Cuando miramos al cielo es realmente sencillo augurar si las nubes traen lluvia o no, aunque no siempre se acierte. En ocasiones, nos fijamos si son claras o muy oscuras. Precisamente, el color de las nubes va a depender de si están formadas por cristales de hielo o por agua líquida. Estas últimas presentan toda una gama de colores que van del blanco al gris oscuro sin llegar a ser completamente negras.
«El color depende del tamaño de las gotas de agua que la forman. Si estas son lo suficientemente grandes, los rayos de sol rebotan en ellas y la luz se refleja hacia el espacio exterior», explica el meteorólogo Juan Taboada. Cuando sucede esto se recibe menos luz de la que se debería y por eso se perciben colores grises en la atmósfera.
«Si las gotas alcanzan un cierto tamaño, la gravedad vence a la turbulencia y empiezan a caer. De ahí que nunca lleguen a ser totalmente negras. Por eso es importante que cuando las veamos volverse grises saquemos inmediatamente el paraguas», comenta.
Entre las nubes grises que más cantidad de agua pueden descargar figuran los cumulonimbos. Son nubes con mucho desarrollo vertical -distancia entre la basa de la nube y la parte alta de la misma- y en ocasiones las asociamos con la presencia de tormentas. También pueden traer granizo. La presencia de este tipo de nubes durante algunas jornadas vendría muy bien en Galicia para paliar los efectos de la sequía, aunque no se esperan a corto plazo.
Al contrario de lo que sucede con las nubes grises, las blancas deben su color al hecho de que las gotas de agua son lo suficientemente pequeñas como para que los rayos de luz del sol no reboten, sino que se dispersen en sus diferentes longitudes de onda, que no son más que los colores: «Al estar debajo de ellas, lo que vemos es la suma de todos los colores y por eso resultan blancas. En ese caso la turbulencia va a ser mayor que la gravedad y las gotas no caerán, por lo que no lloverá. Es un proceso semejante al de las motas de polvo que flotan en una habitación sin llegar a posarse», asegura Taboada.
También hay nubes que están formadas por cristales de hielo. Estas son casi transparentes o translúcidas, como los cirros, -que son nubes que tienen aspecto de filamentos o de copos de algodón- y producen efectos visuales muy llamativos: «Se pueden presentar en forma de cirroestratos, tales como los halos solares -que forman una especie de disco alrededor del sol- o los parhelios -que producen dos pequeños resplandores a ambos lados también del sol-. Estos fenómenos están asociados al hecho de que muchos de los cristales de hielo que forman estas nubes tienen forma hexagonal», concluye.