
En las zonas donde sopla el Foehn, el aire contiene iones positivos que producen continuas descargas electromagnéticas que intervienen en la conducta
12 dic 2017 . Actualizado a las 18:14 h.Hipócrates, considerado el padre de la medicina, fue el primer científico de la historia en asociar meteorología y enfermedades. Ya en su época, el siglo VI antes de Cristo, aseguró que existía un tipo de viento, el Austro, que provocaba todo tipo de efectos sobre la salud, como pérdida del oído, la vista e incluso cambios en el estado de ánimo. Muchos años después, en 1931, Adolf Hitler, durante un acto electoral en Múnich, experimentó alguno de esos síntomas. Confesó a Heinrich Hoffman, uno de sus fotógrafos, que estaba notando una extraña sensación de desasosiego. Hoffman le respondió que no se preocupara demasiado, que debía ser por el aire reseco que llegaba desde la ladera norte de los Alpes. El caso de Hitler encabeza la leyenda negra de un viento del sur conocido como el loco, cálido y seco, que genera el Foehn. Un fenómeno que ocurre cuando una masa de aire húmedo se encuentra con una montaña que debe remontar. A medida que sube, se enfría, condensa y crea precipitaciones, perdiendo gran parte de la humedad. Cuando pasa al otro lado, el aire se ha vuelto cálido, seco y además desciende rápida y bruscamente. Su temperatura puede aumentar entre 15 y 20 grados tras su paso por la montaña.
Estos días la lluvia ha regresado a Galicia de la mano del suroeste. Un viento que va perdiendo humedad a medida que recorre la península y que está asociado con trastornos psicóticos que pueden sufrir las personas con meteorosensibilidad, la mitad de la población del planeta. Una afección que responde a procesos biológicos que alteran la electrofisiología y la psicoquímica. Desde 1975 la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial de Meteorología colaboran en una línea de investigación sobre las consecuencias que produce la electricidad atmosférica, capaz de alterar algunas patologías mentales. El cuerpo humano se comporta a menudo como una máquina bioeléctrica sensible a toda la actividad electromagnética de su entorno.
En las zonas donde sopla el Foehn, el aire contiene iones positivos que producen continuas descargas electromagnéticas que intervienen en la conducta. Dicen los expertos que la sensación empieza con un estado de euforia, que se transforma en ansiedad e hiperactividad y acaba convirtiéndose en insomnio, depresión, agotamiento, dolor de cabeza e incluso puede desencadenar actitudes violentas. En países como Suiza, el índice Foehn se mide cada diez minutos y la legislación penal contempla este viento como un atenuante en determinados delitos.