«De chatarreros a millonarios»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SOCIEDAD

Ramón Leiro

Pontevedra reparte 11,2 millones y desata la euforia entre la comunidad gitana

04 ene 2020 . Actualizado a las 01:00 h.

A veces las cosas son como tienen que ser. Pasó ayer en Pontevedra. Aunque la historia, en realidad, empezó a gestarse hace bastante tiempo en el estanco de Carlos Tourón, ubicado en la pontevedresa calle Eduardo Pondal. A Carlos le vendía puros para su negocio un proveedor cántabro, José Luis, con el que trabó amistad. Un día José Luis le contó que le habían despedido, y que se había lanzado a montar una administración de lotería en Santander, pero que las cosas estaban complicadas, así que le pedía a Carlos si podía vender en su estanco algunos décimos para Navidad. «Mandó la cantidad que quiso y el número que él eligió. Yo nunca había vendido lotería, lo único que quería era ayudarle», recuerda Carlos. Ayer, el destino le devolvió su buena obra. El estanco vendió noventa décimos del 51244, que resultó agraciado con el segundo premio, lo que provocó una lluvia de 11,2 millones sobre Pontevedra, a razón de 125.000 euros por décimo. Se vendieron uno por uno entre gente del barrio. El estanquero y su familia se quedaron con algunos. Y un buen pellizco, de al menos 2,5 millones, se lo llevó la comunidad gitana, cuya euforia estalló.

¿Por qué los gitanos compraron tanto en el estanco? Nadie lo sabe. Pero se cree que fue porque Jesús, que vive en el poblado de O Vao, cogió varios décimos, que pagó a plazos, y animó al resto a probar suerte. Eso hizo que ayer hubiese unos 15 décimos premiados con 125.000 euros cada uno en el asentamiento marginal, del que por cierto ayer decían «que ahora de marginal ya no tendrá nada». Jesús, que adquirió cinco décimos -le tocan 625.000 euros, aunque dice que repartidos con la familia-, en medio de una celebración en una churrasquería de Marín a la que solo fueron invitados los hombres contaba su historia. «Yo estuve muy enganchado a la droga y por eso empecé también a venderla, una cosa llevó a la otra. Me pasé cinco años en las cárceles... Ahora llevo dos años desenganchado. Con este dinerito quiero poner un comercio de ropa», contaba entre vítores.

La suerte también sonrió a los gitanos de Postemirón, en Vilaboa, que apostaron por el mismo número que sus conocidos de O Vao. Ellos lo celebraban en familia, en una casa y chatarrería en la que conviven 35 personas. Allí estaban, entre cantos de La marimorena y tragos de champán, desde la matriarca hasta sus 11 hijos, pasando, por supuesto, por Aitor, un bebé de meses al que, según ellos, deben toda su suerte. Y es que los cuatro décimos premiados con el segundo, sinónimo de 500.000 euros, los compraron el 16 de junio, que fue cuando nació el rapaz. Así que ayer Aitor pasó a llamarse ayer el niño de la suerte. En la casa, Amaya, abuela de Aitor, gritaba: «Hemos pasado de chatarreros a millonarios. Pero vamos a seguir trabajando. Me voy a comprar un furgón para la venta de muebles y mis hermanos camiones y furgonetas para la chatarra».