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Juan Toja, sobrevivió a un naufragio: «Vin a Virxe como vexo a miña casa»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

«Vin a Virxe como vexo a miña casa»
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Ana García / Lucía Vidal

Empezó a ir al mar a los 8 años, «coma todos». Natural de Laxe, hace 33 se salvó de una tragedia en la bahía de Algeciras. Lo salvaron su fuerza y saber nadar

28 feb 2018 . Actualizado a las 16:09 h.

Todo el mundo tiene fechas que no olvida jamás. La de Juan Toja, vecino de Laxe de 70 años, un hombre al que lo de lobo de mar le queda muy corto, es el 26 de mayo de 1985. Ese día estaba en la bahía de Algeciras, a bordo del petrolero Camponavia, de la antigua Campsa, empresa en la que pasó casi media vida por mar y tierra. Explotó su buque, y antes el Petrogen One, al lado en el pantalán. Fue una tragedia pavorosa. Volaron por los aires y el mar se cubrió de llamas. Hubo doce supervivientes de una tripulación de 30 hombres, la mayoría gallegos. Juan, en aquel momento timonel, fue uno de ellos. No solo eso: fue el único indemne, que no tuvo que ser hospitalizado. Solo sufrió un mínimo corte en el pie «de tres mexillóns».

Recuerda aquel día. «A min xa non me gustaba nada o sistema que tiña o barco do lado, o buque de bandeira panameña Petrogen One. E explotou. O noso tamén». Comenzó el caos. «Fomos á popa e tirámonos. O que non se tirou, morreu. E o que non sabía nadar, morría. Eu nadaba coma un peixe. Xa na auga, algún dicíame: ‘‘¡Juan, eu xa morro!’’, porque non aguantaba».

El accidente tuvo mucha difusión. En su casa de Laxe ya pensaban que le había pasado algo, porque las comunicaciones estaban bloqueadas. Pero se salvó. Le tocaron tareas duras, como las de reconocer a los cadáveres. Muchos de ellos, quemados. Fue una experiencia terrible. Es creyente. «Vin a Virxe como vexo a miña casa, pero isto cóntalo e non cho cren. O cura de Laxe sabía que eu non morrera, e acertou». Seguramente fue un cúmulo de circunstancias, al margen de la celestial. «Tiven unha sorte moi grande. Para ser mariñeiro hai que saber nadar. Sácate de moitos problemas». Y aquel día, saber exactamente hacia dónde tirarse, y en qué momento, «coma se estás nunha estrada e vén un coche cara a ti». Acertó. Pero también sufrió: «Pensas: ¡A onde veño morrer eu despois de tantos golpes! ¡E os meus fillos quedan sen pai!».

Esos golpes empezaron cuando tenía 8 años, edad a la que empezó a ir al mar, «coma todos». Era el año 1964. «Chalanas de 4 metros, traballabamos 24 horas, e se facía falta, 30 ou 40. Durmiamos ás veces ao boliche, na Furna dos Encantos de Balarés». Insiste en la natación como clave de su vida. «Foi a miña sorte. O meu patrón nin sabía nadar nin escribir». Esa habilidad evitó que se ahogase en múltiples incidentes, además de poder salvar a compañeros.

Era una vida extrema y dura. Y a los 30 años, gracias a una ayuda, entró en los petroleros. En Campsa. Primero, en el Calvo Sotelo, y después en muchos más. Fue pasando por variados puestos: marinero raso, ayudante de cocina, timonel... Y acabó de contramaestre.

El mar lo dejó oficialmente en 1992, cuando arribó a tierra trabajando en la misma empresa en los puertos de Malpica, Caión o Laxe. En el 2006 se jubiló, pero el mar lo lleva en las venas. Tiene una lancha y sale a pescar con regularidad. Tuvo más ocupaciones, como peritajes a la hora de vender barcos, o realizar catálogos-libro de cuantos pesqueros había por España y, sobre todo, con minuciosidad de orfebre, en Malpica, con cuanto dato se pueda imaginar. Pero quizá su ocupación más llamativa fue la de náufrago. Protagonista del Naufraxio de Laxe durante casi 30 años, esa representación creada por Avelino Lema en la que se recrea la salvación de un marinero y su agradecimiento a la Virgen. Un oficio en el que le sucedió su hijo, y después las nuevas generaciones, y que cada año concita la atención de miles de espectadores. También protagonizó una película amateur, en la que hacía de comandante de marina. Una vida intensa la suya.

«Nunca lle tiven medo ao mar. Si respecto», dice.