«La otra Suiza de Galicia estaba aquí, en Fuerteventura»

Tamara Montero
tamara montero PUERTO DEL ROSARIO / E. ESPECIAL

SOCIEDAD

Cedida

Raúl Souto llegó hace 31 años a las Canarias. Hoy es un empresario de éxito que se ha sobrepuesto a dos crisis

11 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Raúl Souto, natural de Melide, pisó por primera vez Fuerteventura hace 31 años. Venía a la isla con un encargo: construir 505 apartamentos en 18 meses. «Llegamos en Aviaco». Entonces solo había un vuelto a la semana. «Si no, nos habríamos vuelto el primer día». Ahora se ríe al recordarlo, pero es que aquí, en la isla más cercana a África, un paraje casi desértico, no había nada. La gente trabajaba hasta la dos. Después «vivía». Y «llegamos nosotros con unos buenos sueldos, pero eran 14 o 16 horas diarias salvo el domingo». Lo consiguió. «La gente se quedó sorprendida de que se pudiesen hacer en 18 meses 500 apartamentos». Raúl Souto ya no regresó a Galicia.

«¿Cuál de ellas?». Es lo que responde cuando se le pregunta por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Porque cuando esos apartamentos estaban construidos, lo sorprendió en Fuerteventura la guerra del Golfo. «Nos quedamos porque había que aguantarlo». Fueron años difíciles, reconoce. «El poco turismo que venía, porque era cuando Sadam [Huseín] iba a poner bombas en los aviones, no pagaba ni por los gastos». De aquel complejo turístico hicieron su fuerte. Una auténtica autarquía. «Vivíamos en el complejo y lo que producía era para nosotros».

De aquellas vacas flacas salieron, vaya si salieron. Otra burbuja inmobiliaria fue creciendo poco a poco. Y a él lo encandiló la manera de vivir de los majoreros. «No se cerraban las casas ni los coches, no había fiesta a la que no te invitasen, aunque no te conocieran», afirma antes de recordar, entre risas, las miradas de reproche cuando cerraba el coche que se compró. «Es que valía tres millones de pesetas», dice con una sonrisa un poco nostálgica.

«El turismo fue creciendo y llegamos a lo que fue el bum de la construcción, se disparó». Y empezó a llegar la emigración masiva desde Galicia. «Aquí se hacía dinero. Tenemos una ventaja, que es que no hay estaciones, y la producción es continua». La gente trabajaba a destajo «y lo que le interesaba es que hubiese días para trabajar». A finales del 2007, en plantilla había unos 200 albañiles y unos 120 autónomos. El 80 % eran gallegos. «Se venían para terminar la casa que tenían allá, o para empezar la casa que querían hacer allá, para casarse... La idea era venir a trabajar, no a divertirse».

Gallegos de paso

Recuerda Raúl Souto aquella colonia de 15.000 gallegos. «¿Qué quedamos: 5.000, 6.000? La gran mayoría estaban de paso. Los que quedamos somos los que superamos la primera crisis, que seguimos aquí». La mayoría venían a Canarias a hacer dinero. «La otra Suiza de Galicia estaba aquí, en Fuerteventura».

Ya había superado una, así que cuando llegó la segunda más o menos sabía lo que se le venía encima. Tras años de ladrillo y más ladrillo, la cosa se paralizó. Casi de un día para otro. El estallido de la burbuja del ladrillo fue en Fuerteventura «fuerte, duro y quizá más que en otros sitios». «Aquí solo tenemos dos cosas, el turismo y la construcción». No hay industria, no hay sector primario. «Se llevó muy mal, y fíjate que llegaron a ponerse barcos para que los gallegos se llevasen sus pertenencias. Yo tengo conocimiento de dos barcos que se alquilaron expresamente para llevar los containers de las familias retornadas». Como habían venido, las vacas gordas se habían ido. Y los grandes salarios dejaron paso a los grandes éxodos. «Yo de esos 200 y 120 autónomos me quedé con 40» en la constructora a finales del año 2008.

Quizá la clave del éxito de Raúl Souto y de su hermano Juan esté en que se aprovecharon de la construcción, pero no pusieron todos los huevos en la misma cesta. «La verdad es que hicimos un poco de todo». Tienen sus empresas, tienen la ferretería, y además tienen alquiler de villas y de viviendas. Y han puesto en marcha una radio que hoy es referente en Fuerteventura. Una radio que gestionan gallegos.

¿Y ahora que la crisis se ha acabado? «Tenemos la ventaja de que la recuperación llega aquí un poco antes». El turismo internacional vuelve y vuelve con una situación económica bastante buena. Y si llegan turistas, entra dinero. Y si entra dinero, hay que reformar. «Y si estás a tope, hacen falta camareros, recepcionistas, cocineros... Esa gente tiene que tener un sitio donde vivir». Durante los dos últimos años han ido creciendo al mismo ritmo que crece la llegada de turistas.

Ha pasado dos crisis. El primer día que vio la isla, si hubiera podido, habría dado media vuelta y habría regresado a casa. Así que la eterna pregunta del retorno a Galicia tiene que salir. ¿Lo piensa? ¿Quiere volver? ¿Jubilarse allí? «Sí, pero no definitivamente. Tengo familia, tengo la casa y me encanta. Me sobrepasa mi mujer, que es de aquí, pero le gusta más. Pero aquí tenemos la vida montada, así que está claro que esto no lo podemos abandonar».

Han aguantado. «Tengo gente en la constructora que lleva 27 años conmigo. ¿Cómo voy a decirle a esa gente que no, que se acabó?». Han luchado y han salido de esa crisis brutal en la que se ha visto inmerso medio mundo. Y siguen juntos. «Somos una especie de familia grande, cada uno tiene su función y gracias a eso la empresa funciona».

Las redes todavía funcionan. «Aquí tenemos una red de bares y de restaurantes que son puntos de encuentro» en los que se junta la colonia gallega. «Yo soy uno de ellos», dice Raúl Souto. «Cada vez más». Se juntan para tomar unas cervezas, para contarse el día, para celebrar el 25 de julio o San Xoán.