El análisis a 150 titulaciones universitarias muestra las tasas de afiliación y salarios medios de los estudiantes tras terminar sus estudios

Manuel Varela
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En cualquier aula de segundo de Bachillerato se han acostumbrado este mes a ensayar con exámenes de Selectividad de cursos anteriores. Muchos alumnos no han cumplido aún los 18 años pero ya soportan una enorme presión sobre sus hombros. Los hay en su generación que la reciben en el propio hogar: la facultad entendida como un fin en sí mismo, ajena a la vocación o la perspectiva laboral. «Rematan a Secundaria e teñen a necesidade de seguir ata a universidade. É un problema cultural. En España está instalada a idea de que estar na facultade é o máximo», explica José Manuel Suárez, presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia. 

En cuatro o cinco años saldrán de los campus para enfrentarse a un mercado laboral polarizado. Lo advierte el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) centrado en la educación española y las posibilidades de empleo. Los autores concluyen que hay un enorme desequilibrio, con un alto porcentaje de trabajos que requieren un nivel educativo bajo y otros que piden umbrales muy altos. «Os empresarios xa se interesan máis por perfís de Formación Profesional: a bata azul antes que a bata blanca porque son máis prácticos», añade Suárez.

El mismo documento recoge que los alumnos perciben un asesoramiento laboral bajo durante su etapa educativa. Apenas un 15 % cree que sí recibieron «información suficiente», por debajo de británicos, italianos o alemanes. «Debemos ayudar a nuestros adolescentes a que puedan responder a las siguientes preguntas: '¿Quién soy y deseo ser? ¿Qué quiero hacer?'», reflexiona el filósofo y pedagogo José Antonio Marina en su página personal.

No hay un punto de vista común entre los orientadores de los institutos. Suárez explica que existe «unha diversidade estratéxica» en cada centro. En los colegios privados y concertados se prima más «a decisión da familia ou o estatus social», mientras que en los públicos «adóitase atender á vocación do alumno». El pedagogo diferencia además a tres tipos de estudiantes: los que tienen claro lo que van a hacer desde pequeños, quienes muestran cualidades distintas y los indecisos. «Estes últimos teñen maiores deficiencias porque poden cambiar de carreira despois de comezar», subraya.

Fuera de las paredes del instituto, los jóvenes pueden acceder a un portal del Ministerio de Educación y Cultura para conocer el potencial de las carreras que estudien. El siguiente gráfico permite conocer el salario medio y el porcentaje de afiliados a la Seguridad Social por estudios cursados al año de haber obtenido su título: 

Made with Flourish

Las tasas de afiliación son más bajas de lo que podría esperarse en algunos campos. Los responsables de recoger los datos para este portal señalan que la mayoría de titulados de Ciencias continúan su período de formación después de terminar la carrera, por lo que las tasas en ese período son menores. En el caso de Medicina, la situación cambia exponencialmente después del primer año, cuando la práctica totalidad realiza el examen del MIR para poder cursar la especialidad médica. Una vez superado el examen, los residentes están de alta en la Seguridad Social durante cuatro o cinco años con contratos temporales.

A los cuatro años, los egresados en Medicina rozan el pleno empleo. Les siguen los titulados en Óptica y Optometría, con un 84 %. Los resultados son poco alentadores para quienes buscan trabajo tras estudiar Ciencias Sociales y Jurídicas, la rama más demandada con más de la mitad del alumnado. A los cuatro años, un 63,8 % se ha afiliado a la Seguridad Social, un punto por debajo de la media. Las tres últimas son filologías: árabe, galega e italiana. 

Made with Flourish

La afiliación más baja es para los estudiantes de Artes y Humanidades. Más de la mitad no encuentran trabajo al salir de la facultad y, como consecuencia, la elección de la carrera universitaria acaba mercantilizándose. «Os alumnos sábeno. De dous anos a esta parte, ninguén quere facer graos como Arquitectura. Non conseguen prácticas e hainos que só cobran 600 euros ao mes. Hai carreiras que caen en picado porque non teñen saídas», aprecia el presidente de los pedagogos gallegos. 

Pasados cuatro años de terminar los estudios, los titulados en Ciencias de la Salud e Ingeniería cuentan con las bases de cotización más altas, con una media de 25.506 y 25.737 euros, respectivamente.

Los filólogos cuentan con las bases de cotización más bajas al cabo de cuatro años, llegando a percibir menos que al año de terminar la carrera. En cuanto a las ramas, los titulados en Ciencias son los que, cuatro años después de su graduación, alcanzan un salario más bajo: 20.406 euros anuales de media.

Un dato para el optimismo: la tasa de afiliación a la Seguridad Social pasa del 43,4 % en el primer año al 64,4 % al cabo de cuatro años. En la siguiente tabla puedes consultar la inserción y las bases de cotización por carrera al segundo año de obtener el título:

Metodología

La interpretación y visualización de los datos se ha recogido a partir del informe del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte «Inserción laboral de los egresados universitarios. La perspectiva de afiliación a la Seguridad Social». El estudio se ha realizado con titulados universitarios del curso 2009-2010 afiliados a la Seguridad Social en los años 2011, 2012, 2013 y 2014. Los responsables del análisis explican que «ha sido necesario retrotraerse a este curso para poder tener una visión temporal más amplia de la vida laboral de los universitarios». Los datos de sueldo o salario mostrados en los gráficos son las bases medias de cotización que perciben los egresados universitarios. Consultado por La Voz de Galicia, el Ministerio responde que este es el único informe que se ha realizado con estas características, por lo que no existe información más actualizada.