Hay que prestar atención a la luz
06 ago 2018 . Actualizado a las 09:54 h.A la espera de las perseidas, la lluvia de estrellas fugaces más espectacular del año, Marte ocupa ahora mismo el protagonismo en el cielo nocturno. Hace unos días el planeta rojo estuvo en oposición, alineado con el Sol y la Tierra. Este evento ocurre cada dos años y permite que brille con más intensidad de lo habitual. «Marte se puede ver a simple vista como una estrella roja toda la noche, después del ocaso sobre el horizonte este, y según pasan las horas va subiendo y desplazándose hacia el sur», explica el astrónomo Borja Tosar.
Para distinguir un planeta de una estrella hay que prestar atención a la luz. Si titila o parpadea se trata de una estrella, y si se mantiene fija estaremos viendo un planeta. Las estrellas son astros muy luminosos pero se encuentran muy lejos. De hecho, la distancia no se mide en kilómetros, sino en años luz. Cuando la luz que emite una estrella alcanza la atmósfera terrestre, interactúa con las partículas de aire, que dispersan la luz en varias direcciones, generando un efecto similar a una vibración. Los planetas, al contrario que las estrellas, son cuerpos que no emiten luz propia pero sí rebotan la luz que les llega desde el Sol. Además, como están mucho más cerca que cualquier estrella, la luz solar que reflejan y que alcanza la Tierra tiene un brillo más intenso. Esa mayor cantidad de luz también penetra por la atmósfera y se dispersa, aunque con más fuerza, y por tanto cuesta más captar una vibración.
Estos días observar Marte tiene un valor añadido. Nuestro vecino mundo está registrando una tormenta global. «Cuando Marte se encuentra cerca del perihelio -punto más cercano al Sol, lo que pasará en septiembre- recibe algo más de energía solar y los tornados pueden crecer hasta llegar a ser tormentas enormes, y se pueden asociar unos con otros hasta cubrir todo el planeta», asegura Tosar. En la Tierra no existen tormentas lo suficientemente grandes como para que puedan recorrer todo el globo. «La baja gravedad en Marte permite que crezcan rápidamente y puedan llegar a ser globales. Esto es malo para algunas sondas como Curiosity, que no pueden realizar operaciones, ya que no ven nada», concluye.