Mar Báltico, el nuevo Mediterráneo

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

En los últimos dos meses, mientras en Galicia y el resto de la Península hemos tenido valores bajos para la época del año, la sequía y los incendios se trasladaron al extremo norte

07 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El 2018 pasará a la historia del clima como el año en el que la atmósfera puso todo del revés. Las anomalías comenzaron a registrarse pronto. En febrero hizo más frío en Pedrafita que en el Ártico. Por primera vez en la historia se alcanzaron valores positivos en estaciones meteorológicas situadas en el polo norte durante el invierno, cuando la noche dura 24 horas.

En primavera la situación no cambió. A medida que iba aumentando la radiación solar en el hemisferio boreal, las altas temperaturas empezaron a registrarse en el norte de Europa. Un anticiclón situado sobre Escandinavia modificó además la ruta de las borrascas hacia el sur. El tiempo inestable comenzó a instalarse en Galicia y el cálido y seco en el norte de Europa. «Desde la última semana de abril solo llovió un día. No recuerdo tanto tiempo sin llover en Inglaterra. Por primera vez en mi vida he tenido que comprar aspersores para el jardín y la sequía en los campos es muy intensa. Además el calor ha sido insufrible para nosotros», reconoce Matt Taylor, un inglés de Stoke-on-Trent, una ciudad cerca de Mánchester, que estos días descansa en Galicia junto a su mujer Laura, natural de Sanxenxo.

En los últimos dos meses, mientras en Galicia y el resto de la Península hemos tenido valores bajos para la época del año, la sequía y los incendios se trasladaron al extremo norte. Cuando acabó julio, un satélite comprobó que parte de Europa había perdido el verde de la vegetación. En países como Suecia o Noruega, donde no están acostumbrados ni preparados para el calor, se alcanzaron valores superiores a los treinta grados, hasta diez más de lo habitual.

Las anomalías no solo se están registrando en el aire sino también en el agua. El Mar Báltico se ha convertido en el nuevo Mediterráneo. En verano suelen registrarse entre 16 y 18 grados. Esta cifra es mayor que los valores que se miden en las Rías Baixas pero porque en la costa sur gallega existen los afloramientos de aguas profundas y gélidas. Sin embargo, desde hace semanas la temperatura ha superado los 27 grados. Ahora mismo está más cálido el Mar Báltico que el propio Mediterráneo.

El anticiclón escandinavo ha permitido que la radiación solar calentase de forma intensa este mar interior. No es una temperatura propia de esas latitudes sino más bien del Atlántico tropical, donde se forman los ciclones y huracanes.