«Me ha desgarrado el corazón ver su sufrimiento. Es un horror lo que narra»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella
El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella OSCAR CELA

El arzobispo de Barcelona se compromete a llevar al papa casos de abusos sexuales en España

09 sep 2018 . Actualizado a las 10:04 h.

Remitió una carta a 54 obispos españoles, además de a otros representantes de la Iglesia como Jordi Bertomeu, enviado a Chile para investigar los abusos sexuales en el país. Y solo recibió dos respuestas, la del presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, escrita a mano; y la del cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Únicamente este último se comprometió a entregar al papa, como Javier rogaba, la misiva en la que narra los abusos sexuales que el sacerdote Ramos Gordón cometió contra él y contra su hermano cuando estudiaban en el seminario de La Bañeza a finales de los 80. Javier es una de las víctimas de los abusos cometidos por José Manuel Ramos Gordón, quien finalmente fue apartado del oficio de párroco durante un año por el obispado de Astorga. Un ‘castigo’ por unos hechos que destrozaron la vida de niños. Como la suya, tal y como recordaba en el programa Salvados de Jordi Évole, cuando el religioso, cuenta, «me tocó y me masturbó hasta que se cansó (...) y después de abusar y aunque estuvieses llorando, seguía con su juego».

Escribió directamente al papa tres cartas, y no recibió respuesta. Por lo que remitió esta tercera a medio centenar de obispos españoles para que se la llevasen al pontífice. A eso se compromete el arzobispo de Barcelona en la respuesta que le envió hace unos meses «cuando vaya a Roma entregaré su carta. No sé por qué su Santidad no ha respondido a sus cartas anteriores, pero probablemente sea porque el caso lo esté estudiando la Congregación de la Fe y el papa no quiere interferir», dice. Omella define los casos de abusos como «inmundicia» y asegura: «Me ha desgarrado el corazón ver el sufrimiento y la indignación que lleva en su corazón por unos hechos que no debieron suceder nunca y que le han producido una gran herida interior. Es un horror lo que usted narra».

También el presidente de la Conferencia Episcopal le contesta, pero sin ninguna condena a los casos de abusos ni compromiso de remitir la carta «comprendo el dolor que ha pasado y que aún padece», escribe Blázquez.

En la misiva que envía a Francisco, Javier relata su indignación ante el «ridículo e insultante» castigo impuesto a Ramos Gordón, apartado un año de su labor de párroco, año en el que incluso se le hicieron homenajes. Lamenta los falsos perdones, y recuerda sobre todo a su hermano, también víctima de abusos «que falleció sin obtener justicia por todo lo que le hicieron... basta de excusas, queremos justicia y una justicia real», pide Javier al pontífice en un escrito que al menos el arzobispo Omella se compromete a entregarle.

Los casos de abusos sexuales a menores en La Bañeza y Puebla de Sanabria por parte de religiosos salieron a la luz hace casi dos años. Hay varias denuncias contra Ramos Gordón, quien fue profesor en el seminario de La Bañeza y después párroco en Tábara, Zamora, pero no fueron los únicos. De hecho, tiempo después el obispo de Astorga tuvo que abrir otra investigación contra un sacerdote que en febrero del 2017 ejercía en O Barco. Los abusos tuvieron lugar en las décadas de los 70 y los 80, y tanto las víctimas como sus compañeros han exigido al obispado que no queden impunes ni los culpables ni quienes lo permitieron.