Galicia dispone de los primeros cementerios para mascotas

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

En este tanatorio de mascotas de Alvedro ofrecen el primer depósito de cenizas en nichos
En este tanatorio de mascotas de Alvedro ofrecen el primer depósito de cenizas en nichos ANGEL MANSO

Después de los tanatorios, los columbarios cierran el ciclo del último adiós animal

06 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Caminan a cuatro patas y constituyen un censo de medio millón de seres. Son los perros, con microchip, inscritos en el Rexistro Galego de Identificación de Animais de Compañía, el Regiac. Su cuidado y mantenimiento los tenían asegurados: clínicas veterinarias para sanarlos y peluquerías caninas para acicalarlos. El problema surgía, como acontece entre humanos, en el momento más delicado. El de la despedida. «Queremos ofrecer lo que no tuvimos para nuestra perra. La oportunidad de darle un último adiós de una forma acogedora», dice Patricia Montejo. Junto a su pareja, Fabio, son los dueños de uno de los crematorios para animales domésticos abiertos en la comunidad, La vida es huella, en Alvedro (Culleredo).

En su espacio se puede velar e incinerar y, lo que los diferencia del resto, arrendar un nicho. Por 60 euros al año, los familiares humanos pueden alquilar un alojamiento de su columbario para las cenizas de su mascota. Lo han bautizado como el Parque del Recuerdo. «Es un lugar interior, pero verde, con color. No queríamos algo lúgubre. Los dueños pueden venir si les apetece, estar un momento con ellos. Hay quienes traen flores», cuenta Patricia, que se encarga de personalizar cada urna con la última huella de la pata, o del hocico, en arcilla. El período máximo de estancia son 12 meses. Tienen nichos ocupados por perros pero también tuvieron uno con un hurón. «Nos llamaron locos al principio. Sobre todo, gente que no tiene animales. Desde que abrimos, no hemos parado de crecer», asegura Patricia.  

Camposantos y funerarias

En Pereiro de Aguiar, Ourense, Covas da Raposa es el único camposanto como tal. En junio del 2016 la Xunta reguló los enterramientos colectivos de mascotas. Eliminó la obligación de trasladarlos a un centro de destrucción autorizado y dio vía libre a la prestación de este servicio por terceros. «Abrimos en el 2003. Nos regíamos por la directiva europea, la única que existía. Durante un momento se prohibió pero, ahora, con la adaptación de la norma comunitaria, quedó solucionado», apunta Héctor Gómez, responsable del cementerio y del Hospital Veterinario Abros.

Otra posibilidad, para los que tienen una finca cerrada, es soterrar los cadáveres en ella. Hay que cumplir varios requisitos, como que estén, al menos, a un metro y medio de profundidad y se esparza cal u otro desinfectante. «Realizamos el servicio de enterramiento con caja o con las cenizas en un envase biodegradable. Esto último es lo más habitual», explica Rosi Guerra, del tanatorio y crematorio Galimascota, en Bergondo. «Nos han dado las gracias por existir. Ver que teníamos razón, que es una demanda creciente, nos anima cada día», concluye Patricia. 

Un «descanse en paz» también para los ciudadanos de cuatro patas

Con una tasa de cerca de 150 perros por cada mil habitantes en ciudades como Pontevedra, la que ostenta el índice más alto de la comunidad, la dotación de servicios para depositar o eliminar los restos mortales de los animales domésticos, más que una excentricidad o necesidad emocional, se convirtió en un reto de salubridad pública. «Hace años llegó a haber un problema medioambiental muy serio, con gente que los tiraba en los contenedores de orgánico», admite Gonzalo Vázquez, del Centro Veterinario Nós, en A Coruña.

Más del 95 % de los animales de compañía inscritos en el Regiac son canes pero, el problema se extiende a todas las mascotas. «Hace 20 años los crematorios específicos para ellas no existían. Se empezaron a abrir en Galicia hace un lustro. Hoy, no los hay en todas las ciudades», destaca Héctor Gómez, director del Hospital Veterinario Abros. El coste medio por cremación está en los 120 euros. Es más económica si se hace conjunta, con más animales. «En la clínica, de los que incineran, solo un 35 % reclama las cenizas para guardarlas o esparcirlas», destaca Gonzalo. Los veterinarios suelen ser intermediarios entre los propietarios y el crematorio, que incluye servicio de recogida.

En el cementerio ourensano Covas da Raposa los nichos alquilados pueden ser comunes o individuales. «Lo abrimos porque había que darles una solución a los animales y a los dueños, especialmente en los entornos urbanos», defiende Héctor Gómez.