«Muchos castigan a los niños si se tocan los genitales y eso genera problemas a largo plazo»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Raquel Graña da charlas en colegios y mantiene una cuenta de YouTube que tiene 400.000 seguidores

14 oct 2018 . Actualizado a las 15:44 h.

«Hola bombones, ¿qué tal?». Así saluda Raquel Graña (Pontevedra, 1990) a sus seguidores en cada uno de sus vídeos que sube a su canal de YouTube. Cuenta ya con 400.000 suscriptores. En ellos habla de sexo con el mismo tono desenfadado con el que da charlas y talleres en colegios.

-¿Por qué se ha lanzado a la divulgación por YouTube?

-El jueves pasado grabé un vídeo sobre ello. Decidí hacerlo para dar una educación sexual de calidad, porque soy consciente de que mucha gente no tiene acceso a ella. No solo en España, sino en Latinoamérica.

-¿Qué se encuentra cuando trata con adolescentes?

-En ellas, los celos. Muchas consideran que si su novio los tiene es mejor, porque eso demuestra su interés. Imagínate la educación que tienen. Ellos piensan que todo es tal cual como en el porno, que sin coito no hay relación sexual. También es chocante lo de la masturbación femenina. Piensan que es meterse dedos. Cuando les enseñan la anatomía no enseñan los órganos genitales exteriores. Nadie sabe lo que es el clítoris.

-¿Los padres de esos jóvenes no recelan de sus talleres?

-Nunca me ha pasado nada. En 5.º de primaria hago un ejercicio. Ellas y ellos tienen que hacer un pene y una vulva. Les digo que se lo lleven a casa. Unos pocos no lo hacen, pero la mayoría sí. Nunca he tenido una protesta.

-Hay profesionales que consideran que la educación sexual debería empezar a los tres años. ¿Es esa una edad adecuada?

-Con tres años los niños empiezan a explorarse. De repente se tocan los genitales y las familias no saben cómo abordarlo. Para el niño eso no tiene ninguna connotación sexual. Quiere saber que hay ahí, en esa zona que estaba tapada por el pañal y les da gustito. Pero lo mismo que chuparse un dedo. Muchos castigan a los niños si se los tocan. Y eso genera mucha frustración y problemas de sexualidad a largo plazo. Hay que reaccionar de otro modo. Decirle que lo puede hacer, pero que es una conducta privada. En esas edades hay que hablar mucho con los padres. Me he encontrado a padres que le cuentan a los niños el cuento de la ovejita y la flor en lugar de la realidad.

-¿Cuándo hay que empezar en casa a hablar de sexo con ellos?

-Desde el momento en el que ellos preguntan. Los niños preguntan y confían que sus padres les van a decir la verdad. Cuando se empieza a mentir o ocultar ese niño no va a volver a preguntar. A lo mejor lo hace una segunda o tercera vez. Luego buscará otras fuentes para informarse.

-Y ahí es donde aparece el porno.

-Sí, los amigos y, luego, el porno.

-¿Es el gran enemigo, igual que en otro momento pudo haber sido la represión sexual?

-Depende de cómo lo enfoques. También hay porno feminista. Es complejo. El porno al que acceden se centra en que la mujer sufre, todo el mundo llega al orgasmo y la realidad no es así. Tienen una disociación entre la realidad y la ficción. Y piensan que una relación es eso. Es un problema. Aprenden así y luego tienen que volver a aprender.

-¿Qué efecto tiene?

-Normalizan lo que ven. De hecho, algunos asumen que cuando una mujer dice no es que sí. Eso genera muchísimos problemas.

-Hay una idea que dice que casos como del de La Manada tienen una relación con este tipo de educación. ¿Lo comparte?

-Yo creo que sí, que tiene influencia. No directa, porque eso depende de la personalidad de cada uno. Quien tenga unos valores decentes sabe que eso no está bien. Pero ¿qué ejemplo tienes de un comportamiento similar? El único ejemplo es el porno.

-¿Cuál sería el escenario ideal para educar a los chicos? ¿Una asignatura como Matemáticas?

-Si no fuera anual, que al menos fuera de la mitad del curso. Y que si les surgiera alguna duda tuvieran un profesional con el que poder contactar. Cuando doy los programas me doy cuenta que durante la clase hay quien no quiere preguntar, pero cuando estoy a solas vienen. Necesitan tener la cercanía de alguien que les pueda ayudar en el momento que sea. Hace dos años empecé en la costa de Lugo. Hablé de mitos de sexualidad y, entre ellos, la marcha atrás. Una chica me vino llorando al final de la clase. «Es que yo hice eso y pensaba que no podía quedarme embarazada», me decía.

-¿Cómo reaccionan los chicos cuando llega una persona externa al colegio a hablarles de esas cosas?

-En mi caso tengo buena aceptación. En cuando les digo que tengo un canal de YouTube con tantos seguidores y que uso mucho las redes sociales conecto con ellos en nada.

-Les habla también de las diferentes orientaciones sexuales, del amor romántico...

-Claro, ese amor de Disney de la princesa ha cambiado. Ahora son las mujeres luchadoras y protagonistas. Han cambiado porque la gente ha cambiado.

-¿Y ha calado?

-No.

-¿Nada?

-Hay gente que defiende que mirarse el móvil o que tengan sus contraseñas es positivo. Ahora, además, se mandan fotos semidesnudos en los móviles y luego se extienden por todo el instituto. Hay un problema muy gordo con esto. Eso también hay que trabajarlo. Pero también hay chicas que han abierto los ojos y dicen: «Si me está controlando no lo quiero». Te encuentras ya los dos polos, no solo uno.