El psicólogo coruñés Jaime Burque recopila en un libro los filmes que emplea como herramienta para tratar a sus pacientes
13 nov 2018 . Actualizado a las 16:22 h.Jaime Burque lleva practicando la filmoterapia desde el 2004 en su consulta de A Coruña. Incorpora el cine como herramienta para llegar a la esencia de los problemas que le plantean sus pacientes. «Abre el camino para que te identifiques con el personaje y que veas su evolución. Es más fácil eso que si le doy un manual de psicología», razona. De pronto filmes como Qué bello es vivir, Billy Elliot o Gran Torino se convierten en aliados para lograr dar en la tecla que permita entrar en la mente de la persona.
Tras toda esta experiencia y gracias a su afición al séptimo arte, ha recopilado un centenar de títulos en Filmoterapia, 100 películas inspiradoras, el libro que verá la luz el próximo viernes. En él condensa su particular modo de ver el cine y la psicología. «Las califico como inspiradoras porque funcionan a muchos niveles -explica-. No es solo el personaje que evoluciona y crece o se enfrenta a un reto, sino también las emociones que te pueda crear una película, que te haga reflexionar o que desarrolle tu pensamiento crítico».
En los textos, amenos y concisos, se advierten dos vertientes. Por un lado, las fortalezas psicológicas que muestran los personajes de cada filme. Burque pone varios ejemplos: «Eso puede ser desde la esperanza en Cadena Perpetua a la sabiduría de Dersu Uzala de Kurosawa o la integridad de Doce hombres sin piedad. El personaje muestra una fortaleza y esa fortaleza la puedes trasladar perfectamente a tu vida. Es algo que está muy bien, porque te quedas con algo muy visible y muy claro de ver».
Además, existe una segunda lectura, la que subraya las claves filmoterapéuticas. «Asociado a cada título indico conceptos como autoestima, resiliencia, crecimiento personal... elementos más de terapia», detalla. Con todo, subraya que el cine es un complemento, no una píldora que evapora un trastorno: «Una película te puede cambiar muchas cosas, pero no es magia. Eres tú el que vas a cambiar. Lo que ocurre es que a veces estás al borde de ese cambio y te falta una gota. La gota puede ser perfectamente una película».
Aliado, pero también enemigo
El cine puede servir como apoyo para romper esquemas que impiden la felicidad. Pero, a veces, también pueden volverse en su contra. Por un lado, está el riesgo de «banalizar enfermedades mentales». Por otro, el de «simplificar la evolución del personaje y que uno piense que es fácil».
Hay un terreno concreto en el que, según Burque, Hollywood y Disney han hecho mucho daño: el amor. «Me viene mucha gente con esos problemas. Se fomenta una idea absolutista de que hay que estar siempre plenamente enamorado y eso frustra. El amor tiene muchos niveles. Unas veces va bien. Otras, mal. Es una nota media. Todas las películas acaban con ‘‘y comieron perdices’’. Eso es terrible, porque no te cuentan nunca qué paso luego».
Burque selecciona cinco películas que usa como filmoterapia.
1. «Bravehart» (1995). «Una película como esta habla de liderazgo, valentía y luchar por lo que quieres. Te deja un poso emocional muy fuerte. Es lo que le llama elevarse. Esa sensación que tienes de sentirse muy bien y querer incluso cambiar».
2. «Gattaca» (1997). «Un paciente estaba hecho polvo porque no avanzaba. Yo no acababa de llegarle. Él era un biologicista, de los que dice: ‘‘Esto es así y ya no puede cambiar’’. Le recomendé la película y ahí empezó a verlo todo. Pudo más eso que todo lo anterior. De repente, entendió la importancia de la actitud».
3. «El club de la lucha» (1999). «No soy políticamente correcto ni moralista y uso películas como Trainspotting o esta, con la que cuestionas el concepto de sociedad, hacia dónde vamos y en qué culturas estás. Son películas que te rompen. Cuando eso ocurre está muy bien a nivel psicológico. Tantos en tus ideas irracionales como en las otras».
4. «La vida secreta de Walter Mitty» (2013). «Uno de mis pacientes era igual que el protagonista. Tuvo sus cosas de pequeño, se empezó a cerrar a la vida y acabó en la monotonía. El hombre quería cambiar, pero no podía porque estaba bloqueado. En la película se ve cómo hacerlo. A esta persona le hizo clic y, a partir de ahí, pudimos avanzar».
5. «Requisitos para ser una persona normal» (2015). Actúa mi hermano Manuel. Es terapia cognitiva pura y dura. Me pasa mucho. Gente que me dice: ‘‘Quiero ser más normal. No es normal que no tenga pareja, no es normal que no tenga trabajo...’’ La película va de eso. Una chica hace una lista de cosas normales. Se da cuenta de que así no es».