«Hay menores que deben miles de euros por el juego»

m. á. alfonso MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Ángel manso

Las asociaciones de ludópatas alertan: las salas de este tipo proliferan en las zonas azotadas por la crisis

02 dic 2018 . Actualizado a las 17:41 h.

«¡Gana, gana, gana! ¡Apuesta, apuesta, apuesta!». Una voz en off repite frenéticamente las dos frases durante la pausa publicitaria de la emisión de un Barça-Real Madrid. En el siguiente anuncio un conocido actor invita a unirse a la «la casa de apuestas más grande del mundo». Cuando está a punto de echar a rodar el balón en la segunda parte del partido, el mismo locutor que narra el encuentro también informa a su audiencia de las cuotas, los premios que se reciben por cada resultado acertado. En España, los fumadores nunca verán un anuncio que les incite a fumar, al igual que las botellas de ron o de whisky, que ya no lucen en el mobiliario urbano. Pero el ludópata no tiene protección legal contra el bombardeo.

Aunque estos son anuncios dirigidos al juego on-line, las apuestas deportivas, que abandonaron los salones a principios del siglo XXI para triunfar en Internet, han regresado con fuerza a las calles, una moda que recorre sobre todo con los barrios más azotados por la crisis. Actualmente existen 2.896 salones de juego operativos en España, 425 más que el año anterior, según recoge el informe del Ministerio de Hacienda.

En estos locales, sin ventanas al exterior, hay tragaperras de toda la vida, pantallas que simulan mesas de póker virtual e incluso máquinas con gancho para atrapar relojes y peluches. En algunas se sirven hamburguesas y cerveza (a veces de forma gratuita, para retener más tiempo a los clientes), pero la joya de la corona son las apuestas deportivas, todo a través de teles que retransmiten en directo desde partidos de fútbol hasta carreras de caballos o galgos. «Existen calles en las que coexisten una en cada acera. Vas andando de casa de apuestas en casa de apuestas. Es una tentación muy grande para los jugadores rehabilitados, les ponen las cosas más fáciles. Un ludópata se rehabilita, pero nunca se cura. Cada vez se abren más y son más peligrosas», explica Victoriano Dolada, presidente de la Asociación Prevención y Ayuda al Ludópata (Apal).