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El botón del pánico llega al ordenador de los médicos gallegos, pero no al móvil

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Así funciona el botón del pánico en los centros de salud
La Voz

Sanidad implanta una «app» que alerta a la policía en caso de agresión a sanitarios

24 ene 2019 . Actualizado a las 08:36 h.

El Ministerio de Sanidad ha decidido implantar la aplicación Alertcops como una de las medidas para evitar agresiones al personal sanitario. En realidad es una app que ya puede usar cualquier ciudadano y que envía una alerta a las fuerzas de seguridad, pero la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, quiere que sirva también para denunciar las posibles agresiones a los profesionales de la salud.

Para ello es necesario que el Ministerio de Interior pueda comprobar que el usuario que utiliza este mecanismo es un sanitario, mediante la consulta en el registro estatal de estos profesionales «que estará activo en un futuro próximo», explica Sanidad. Este botón del pánico estará en el móvil del profesional, y, en el caso de pulsarse, lanzará una alerta con geoposición al centro policial más cercano, al tiempo que graba diez segundos de audio que se envían a la policía junto con la denuncia.

Lo cierto es que en Galicia ya existe un botón del pánico en los ordenadores de todos los centros de atención primaria. Muy fácil de localizar, es un simple SOS que si el facultativo pulsa lanza una alerta a todos los ordenadores de los compañeros, que reciben un aviso con el nombre del usuario que activó el botón. Pero ni siquiera está extendido a todos los servicios hospitalarios y, de hecho, los facultativos consultados de las áreas sanitarias de A Coruña y Santiago no cuentan con este dispositivo de alarma.

En marzo del 2017 la Xunta anunció que los sanitarios tendrían también en sus móviles un mecanismo similar, para poder utilizarlo incluso fuera del centro de salud, por ejemplo si están realizando una visita a domicilio. El piloto se probó en el CHUO de Ourense, en O Salnés y en el centro de salud de Vilagarcía. Pero ninguno de los médicos de familia consultados tiene constancia de que esta alerta para los teléfonos móviles esté implantada de forma generalizada. Alfonso López-Silvarrey, responsable de salud laboral del sindicato CESM, asegura que es una nueva aplicación que sí se va a poner en marcha y que Galicia, en relación a otras comunidades, ha ido por delante.

López-Silvarrey recuerda la implantación en Galicia de los interlocutores policiales sanitarios, una medida impulsada por el Ministerio del Interior que ya funciona en la comunidad tras la firma de un convenio entre Sanidade y la Delegación del Gobierno. Se trata de intermediarios de la Policía Nacional y la Guardia Civil que sirven de contacto en caso de agresión sanitaria, y se convierten en un canal de comunicación para reducir la conflictividad en los centros sanitarios.

«Solo le damos por error»

«Por suerte, las agresiones son algo excepcional», explica Jesús Sueiro, médico del ambulatorio Concepción Arenal de Santiago. De hecho, él y otros compañeros destacan que la mayoría de las veces que salta el botón de alarma es por error, ya que está en la pantalla de inicio y con las prisas es fácil pulsarlo con el ratón del ordenador. Sergio Cinza, facultativo de atención primaria, tiene una experiencia similar, «las veces que lo usé fue por error». No obstante, recuerda que ha tenido que salir de la consulta para ayudar a compañeras que sufrían una situación de violencia, «en los años que llevo he tenido que salir dos veces», recuerda.

Menos de 20 delitos

Precisamente responsables de la Policía Nacional se reunieron con sanitarios en la provincia de A Coruña para aconsejarles sobre cómo prevenir una agresión. El comisario Javier Galván señaló que la situación de esta conflictividad en la comunidad es leve y estable, ya que en el 2018 no se llegó a una veintena de este tipo de delitos, con independencia de que un solo caso, aclaró Galván, ya es mucho.

No reste importancia a sus quejas, ¡y aléjese!

ALBERTO LÓPEZ

El Sergas tiene una guía en la que aconseja cómo evitar situaciones conflictivas con los pacientes. Para que el clima entre el profesional y el usuario sea bueno, Sanidade recomienda un comportamiento cortés, escuchar atentamente, tener una posición empática, utilizar un lenguaje claro, no responder a posibles provocaciones, adoptar una actitud tranquila y utilizar expresiones como «comprendo su problema», «no obstante pienso que», o «por tanto le sugiero...».

Para ello, en la comunicación que mantiene el médico o el personal de enfermería con el paciente hay que evitar transmitir hostilidad, desinterés, frialdad, menosprecio o impaciencia. La guía aconseja no restar importancia a las quejas o críticas del usuario, no dar órdenes ni levantar la voz. Y evitar cualquier conducta o gesto que pueda interpretarse como agresivo: moverse rápidamente, acercarse demasiado al paciente, darle la espalda o tocarle.

Y si ni aún así la consulta transcurre en un ambiente de tranquilidad, la tensión aumenta y el profesional no es capaz de controlar la situación, la guía tiene claro cómo actuar: alejándose, «afástate, saíndo dese espazo e evitando a confrontación física directa». Cuando ocurre una de estas situaciones la solución más adecuada es pedir ayuda al personal de seguridad del centro, si lo hay, y a los compañeros, usar el botón de alarma, y en caso de ser necesario pedir la intervención de los cuerpos de seguridad. El Sergas aconseja comunicar la agresión cuanto antes «ao teu superior xerárquico inmediato».

328 episodios violentos en 2017

La Consellería de Sanidade registró en el 2017 un total de 328 episodios de violencia que afectaron a 346 profesionales, casi una diaria. El crecimiento de los casos notificados es llamativo en los últimos años. En el 2014 se comunicaron 244 agresiones; bajaron a 172 en el 2015; en el 2016 volvieron a subir a 226; y el pasado ejercicio crecieron más de un centenar, hasta las 328. La mayoría no implican violencia física, pero incluso esta ha ido creciendo. En el 2017 el 38 % de estas 328 denuncias entrañaron algún tipo de agresión física; en el 2016 eran el 34 % y en el 2015 solo una de cada cuatro. Eso sí, aquellas que implicaron alguna lesión fueron en su inmensa mayoría de carácter leve. El 77 %, además, fueron a mujeres.

Es cierto que estas agresiones, 328, deben enmarcarse en un contexto de 38.000 trabajadores y 36 millones de actuaciones los 365 días del año.