Una investigación propone utilizar como arma biológica para erradicarla un insecto que vino con la especie
22 feb 2019 . Actualizado a las 15:54 h.Lleva tanto tiempo instalada en Galicia -en España se localizó por primera vez en Baiona en 1892- que bien podría pasar como una especie autóctona. Pero no, no lo es. La uña de gato (Carpobrotus edulis) no solo es foránea y exótica -es originaria de Sudáfrica-, sino también sumamente invasora. Está ampliamente extendida por toda la costa de Galicia, desde los acantilados a los sistemas dunares, y su enorme resistencia y capacidad competitiva está arrinconando a las especies locales. Y, pese a las periódicas campañas que se ponen en marcha desde la Consellería de Medio Ambiente, erradicarla es prácticamente imposible.
«Podemos minimizar su impacto, especialmente en zonas sensibles como parques naturales o en acantilados de difícil acceso, pero erradicarla es muy complicado», constata la bióloga Cristina Vieites Blanco, que ha estudiado su impacto en una tesis doctoral realizada en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidade de Santiago bajo la dirección de Serafín González y Margarita Lema. En su trabajo, publicado en la revista científica Science of the Total Environment o Plant and Soil, no solo ha confirmado que la también conocida como hierba del cuchillo desplaza a la vegetación nativa, sino que también afecta al suelo alterando su pH, lo que modifica la disponibilidad de nutrientes. Sobre este último aspecto, el más novedoso, ha comprobado que en los suelos rocosos produce un aumento de la acidez, mientras que en los arenosos la reduce.
«Empobrece el suelo, lo que se traduce en una pérdida de la biodiversidad y lo que incluso puede favorecer la entrada de otras plantas exóticas», resume la bióloga. Pero quizás uno de los hechos más relevantes de su investigación radica en su propuesta de minimizar el impacto de la uña de gato mediante el uso biológico de un insecto, la cochinilla algodonosa (P. Messembryanthemi), ya que los resultados en laboratorio demuestran que, en estos momentos, es la mejor estrategia para el control de la plaga.
El insecto tampoco es originario de Galicia, ya que acompañó a la uña de gato en su viaje a la comunidad, pero, en principio, no parece que su acción tenga impacto en las plantas locales. Aunque está pendiente un estudio específico que lo pruebe, otros realizados en Estados Unidos han verificado que se alimenta exclusivamente de la savia de la planta invasora, por lo que no produce una alteración en el ecosistema. «Lo que hemos visto -apunta Vieites- es que debilita al Carpobrotus edulis hasta llegar a matarlo». Pero, ¿por qué no lo ha hecho hasta ahora y la uña de gato continúa su expansión? Porque el número de insectos es insuficiente, porque no se dispersan fácilmente fuera de su ubicación original y porque soportan mal el frío del invierno. De lo que se trataría ahora sería de concentrarlos en aquellos espacios sensibles donde se pueda focalizar situación. Pero aún habrá que esperar.