La contaminación del aire se relaciona con patologías como el cáncer de pulmón, la diabetes e incluso la demencia
28 feb 2019 . Actualizado a las 09:51 h.La actividad humana está generando actualmente dos problemas medioambientales que a menudo se confunden pero que son diferentes: la contaminación atmósferica y el calentamiento global. En el cambio climático, un término que alude al aumento de la temperatura media del planeta, intervienen los llamados gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono, que atrapan el calor que libera la Tierra hacia el espacio. Otro fenómeno diferente es la contaminación del aire, un contratiempo que se produce en las ciudades cuando se dan unas determinadas condiciones meteorológicas y en el que actúan otro tipo de gases como el ozono, el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión, conocidas por sus siglas en inglés PM (particulated matter) y que genera daños en la salud. Resulta imprescindible saber distinguir estos dos conceptos porque uno tiene una solución local mientras que el otro requiere necesariamente de una respuesta global.
El anticiclón sobre Europa no solo ha estado dejando temperaturas de récord en el continente sino que además ha obligado a activar los protocolos de contaminación en las áreas urbanas de Madrid, Barcelona, Asturias, Valladolid y Murcia. Para entender el mecanismo que hay detrás de una borrasca y un anticiclón, hay que saber qué está haciendo el aire en todo momento. Con las bajas presiones, como su propio nombre indica, el peso que ejerce la atmósfera sobre la superficie disminuye y esto favorece que el aire suba. Durante ese ascenso comienza a enfriarse y la humedad que contiene se condensa y forma nubes. Con las altas presiones ocurre al contrario, la atmósfera pesa más y el aire se mueve de arriba hacia abajo, generando un movimiento que se llama de subsidencia.
Los potentes anticiclones invernales en las grandes ciudades del planeta generan un conflicto grave porque provocan episodios de contaminación. Ese movimiento descendente del aire bloquea el humo que emiten los vehículos. Y cuando una situación estable se prolonga demasiado acaba creándose una nube tóxica que cubre el centro urbano. Esto está ocurriendo con el episodio actual de tiempo anticiclónico sobre la Península y que ha obligado a ciudades como Madrid a tener que activar el protocolo de contaminación 1, adoptando medidas como limitar la velocidad en la M30. En Galicia se activaron avisos por intrusión de polvo africano en Santiago y A Coruña, pero la situación ha mejorado en las últimas horas tras la llegada de la lluvia y el aire oceánico.
Riesgo para la salud
La concentración de partículas contaminantes se ha convertido en un problema de salud pública. El último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala que en España fallecen cada año, como consecuencia de la mala calidad del aire, cerca de treinta mil personas, una cifra que se eleva hasta el medio millón en Europa. Pero tal y como apunta Julio Díaz, investigador del Instituto de Salud Carlos III, en la cuenta oficial de Twitter del Ministerio de Transición Ecológica. «El impacto que tiene va mucho más allá de la mortalidad atribuible. Da igual que sean 20.000 muertos o más, el principal problema son las enfermedades que están por debajo de esa mortalidad. La contaminación del aire está incidiendo en problemas como el cáncer de pulmón, cardiovasculares y respiratorios. Pero también está detrás de patologías en las que uno no pensaría que actuaría como la diabetes o trastornos neurológicos, sobre todo en los niños».
Además, la comunidad científica está descubriendo nuevos daños en otras zonas, como por ejemplo el cerebro. «Ata fai pouco tempo se pensaba que as partículas do aire non afectaban o cerebro porque temos a barreira hematoencefálica que separa os vasos sanguíneos do tecido nervioso. Pero agora sabemos que hai algunhas moi pequenas que si atravesan esa barreira. O que descoñecemos e como afectan pero hai estudos con animais que apuntan a morte neuronal e tamén demencia. Outra cuestión é canto dano poder facer cada respiración de aire contaminado. Algunhas investigacións o comparan co tabaco. Agora sábese que é malo dende o primeiro cigarro. Un só día de contaminación podería ser prexudicial», explica Casto Rivadulla, investigador del grupo Neurocom de la Universidad de A Coruña.