Dificultades para hablar, imposibilidad de mantener los brazos elevados, problemas de visión e incapacidad de sonreír son señales preocupantes; el tiempo de reacción es determinante: menos minutos suponen más neuronas y menos secuelas
15 oct 2019 . Actualizado a las 17:52 h.Cuando una persona sufre un ictus es vital la detección rápida para que la atención sanitaria se preste lo antes posible. El Sergas lanzó la regla de las tres F: «fala, forza, faciana»: habla, fuerza, cara. Esto significa que si una persona no puede decir de forma correcta palabras muy sencillas, no puede elevar los brazos a la misma altura durante un tiempo mínimo de diez segundos, o son incapaces de sonreír enseñando toda la dentadura, hay que llamar al 061 sin dilación. Es necesario hacerlo incluso si solo es perceptible uno de estos síntomas enumerados anteriormente. También hay que estar atentos a si la persona tiene adormecimiento de un brazo, una pierna o la cara, si detecta problemas para andar o mantener el equilibrio o si nota que tiene mermada la visión en uno o en ambos ojos.
A partir de la llamada, el personal del 061 planteará nuevas preguntas y si es necesario enviará de forma inmediata un ambulancia. Comienza la guerra contra la enfermedad, ya que, además de las tres F, el mensaje central del Plan Ictus de la Xunta es que «o tempo é cerebro», como recuerda también el catedrático y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), José Castillo. Este es un consejo que ha calado en la población con relación al corazón, respecto al que los ciudadanos han asumido la importancia de llamar rápidamente al 061 cuando notan los síntomas de un infarto de miocardio, pero no tanto cuando se trata de un ictus.
Dependiendo del lugar en el que se encuentre el paciente, así será el siguiente paso, con la atención en un centro hospitalario con material para una prueba diagnóstica determinante y conexión telemática con el Centro de Atención do Ictus, con especialistas en neurología disponibles las 24 horas. El resultado determinará nuevos traslados o atención en el centro. En todos los casos, el protocolo elimina esperas porque todos tienen claro que a menos minutos, más neuronas y menos secuelas.
Aunque son datos estimados a partir de los datos hospitalarios, cada año en España se registran unos 110.000 nuevos ictus, lo que en Galicia supone unos ocho mil anuales, con una incidencia en la población de 280 por cada 100.000 habitantes. El ictus siempre se ha asociado comúnmente a las mujeres, pero lo cierto es que en general no les afecta más a ellas. Sí es cierto que, como se relaciona con la edad y las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, en números absolutos hay más ictus en población femenina. Entre los adultos la prevalencia es similar, y está muy relacionado con la hipertensión o el tabaquismo, fundamentalmente con la primera de las causas. «La hipertensión arterial está muy por encima de todos los demás factores», afirma Castillo. ¿Y qué porcentaje de pacientes tendrán secuelas de por vida tras sufrir un ictus? En general, en torno al 15 % fallecen durante el período de hospitalización, aunque esta cifra es superior en el caso del ictus hemorrágico que en el del isquémico.
Y de los que sobreviven, el 20 % no tienen ninguna secuela o son mínimas, por lo que están capacitados para seguir llevando una vida totalmente normal. Otro 20 % sufren secuelas muy graves, hasta el punto de que precisan la asistencia de alguien para actividades de la vida diaria; mientras que el resto se quedan con secuelas más o menos importantes, y pueden llevar una vida independiente, aunque con problemas como pueden ser dificultad con el lenguaje o para caminar.